Antonio García de Diego (Toledo, 1949) es compañero, coautor y soldado de Joaquín Sabina, con el que ha firmado medio centenar de canciones, himnos que pasan de generación en generación como Contigo, La del pirata cojo, Peor para el sol o Y sin embargo. Un músico polifacético -guitarrista, armonicista, pianista, compositor y productor- que nunca ha pretendido un papel principal en su carrera. La banda de Joaquín Sabina llega hoy a Ourense (en el Auditorio, 21 horas) y mañana a Vigo (Teatro Afundación, 21 horas) con el repertorio de temas icónicos del cantautor, en un formato en el que el público participa al estilo de una jam session y que permite una mayor proximidad. "Las canciones de Joaquín son muy queridas y esto sirve como un acto de complicidad", destaca García de Diego.

- ¿Las Noches Sabineras qué son: un homenaje de Sabina, a los músicos de Sabina o a esos artistas que acompañan a los grandes nombres y no reciben tantos focos?

- Podría tomarse cualquiera de esas interpretaciones, pero yo lo defino como una fiesta alrededor de las canciones de Sabina interpretadas por su banda. Lo más relevante es que en cada concierto invitamos a varias personas del público a subir al escenario a cantar, y eso resulta muy atractivo para la gente. Estamos haciendo todos los fines de semana unos dos conciertos. Desde finales de agosto hasta ahora, cada mes tenemos unas siete, ocho o nueve actuaciones. Las canciones de Joaquín son muy queridas por la gente y esto sirve como un acto de complicidad con sus canciones. Tenemos trabajo para mucho tiempo.

- ¿Reacciona el público con la misma entrega que si estuviera Sabina en el escenario?

- Tenemos la suerte de que el público es mitómano y nos ha incorporado también a nosotros a las canciones de Joaquín. Este formato es más cercano, tocamos a pocos metros del público.

- ¿Cómo se mantiene un amor como el del trío que conforman desde hace más de 30 años Varona, Sabina y García de Diego?

- La argamasa que nos une a todos es la emoción de las canciones de Joaquín. Hay lazos entre los integrantes del grupo aunque obviamente con cansancios, porque después de muchos años y por la cotidianidad de los viajes se genera una rutina y hay momentos que no son tan naif como hace 20 años. Con Joaquín no, lo tenemos en el pedestal de la generosidad y la entrega. Yo particularmente me encuentro todavía muy unido y me considero más amigo de él ahora incluso que antes.

- Usted eligió que su carrera era componer, tocar y trabajar para otros. ¿Se siente más cómodo así?

- Probablemente me ha faltado una cierta ambición, entre comillas, para desarrollar una carrera en solitario que no he querido tener nunca. Me he encontrado muy cómodo siempre de este modo. Víctor Manuel, con el que toqué muchos años, decía: 'Es que Antoñín ha preferido estar un metro atrás en el escenario'. Y es cierto. Me gusta componer y ver cómo crecen las canciones en el estudio y con eso me conformo. Yo no quiero ser artista, quiero ser y sentirme músico, y emocionarme con eso. No necesito pegar un salto ni ser algo más que un músico. Me he encontrado cómodo porque tenía lo que quería, que era la música, que es lo que me ha motivado siempre.

- ¿Hay en marcha alguna producción nueva con Sabina?

- Estuve en su casa el otro día y la idea es que probablemente se ponga a escribir dentro de poco, el año que viene probablemente hará un disco y, si todo va bien, en 2020 volveremos a la carretera con él. Los planes de futuro son que Joaquín sigue, él está muy bien.