La Policía Nacional detuvo el pasado martes como presunto autor de un robo con intimidación en una frutería de A Ponte a un preso del centro penitenciario de Pereiro de Aguiar que cumplía condena por robo, lesiones y agresión sexual desde 2008. Por decisión del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Lugo disfrutaba del tercer grado desde marzo de este año, y el pasado mes de agosto se le había concedido el control telemático, lo que implica la localización en determinados horarios.

No obstante, desde el 22 de octubre estaba en paradero desconocido tras inhabilitar la pulsera y no comunicar su situación al centro penitenciario por lo que, en términos policiales, se encontraba en situación de "fugado" ya que escapaba al control y vigilancia sobre su ubicación.

Hasta la fecha había demostrado un comportamiento correcto en prisión y estaba cerca de obtener la libertad condicional, prevista para 2020. El cumplimiento definitivo de la condena se produciría en 2024.

Los hechos ocurridos en las últimas semanas han revertido esta situación, ya que el juez dictó el reingreso en el centro de Pereiro, donde ha regresado al segundo grado, y se enfrenta a dos nuevas causas judiciales por quebrantamiento de condena y robo con intimidación.

Se trata de G.G.A., de 34 años y natural de Ourense, con un historial que acumula nueve detenciones y hechos graves ocurridos en Mallorca como la violación a su expareja a la que agredió sexualmente y por la que fue condenado a nueve años de prisión.

Sobre el ahora arrestado pesaban recientemente dos órdenes de búsqueda, detención e ingreso en prisión dictadas por la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca, y otra de búsqueda, detención y personación de la Guardia Civil de Ourense por quebrantamiento de condena.

Su detención tras varias semanas fuera del control fue posible gracias a la actuación de una joven que trabaja como dependienta en una frutería del barrio de A Ponte que primero evitó el robo de la recaudación enfrentándose a él con un cuchillo y dos días más tarde lo identificó en la calle y avisó a la policía que pudo así localizarle.

Ocurrió el pasado domingo 11, día de San Martiño y fiesta en la ciudad de As Burgas. Pasaban de las 20.30 horas y se acercaba la hora de cierre del establecimiento de la avenida de Marín en el que también se despachan pan y otros productos. La joven estaba detrás del mostrador cuando entró este hombre preguntando si tenía comida para gatos. Vestía ropa oscura y llevaba una boina negra. La mujer lo acompañó hasta la estantería del fondo de la tienda pero, una vez allí, el cliente le dijo que se iba porque no era esa la comida que le gustaba a su gato.

Minutos después regresó y volvió a pedir lo mismo. Pero cuando la empleada regresaba al mostrador con la lata le exigió el dinero de la caja intimidándola con un cúter. Fue entonces cuando la joven cogió el cuchillo de cortar el pan que tenía a mano y le pidió que abandonase el local. El hombre emprendió la huida sin llevarse nada.

La mujer, que ha preferido mantener el anonimato, evitó el robo de la recaudación pero su actuación no terminó ahí. El martes 13, sobre las 13.45 horas, lo vio caminando por una calle del barrio de O Vinteún y decidió avisar a la policía.

Efectivos de la brigada de Seguridad Ciudadana y de la UDEV se trasladaron de forma inmediata al lugar y localizaron al individuo.

Con las medidas de autoprotección que la situación exigía, dada la posible presencia de un arma blanca, los agentes lo interceptaron e identificaron. En el control superficial que le practicaron encontraron una navaja y guantes de látex lo que, a juicio de la Policía Nacional, indica que "presumiblemente se encontraba en predisposición de cometer otro hecho delictivo".

De forma inmediata procedieron a su detención. El miércoles pasó a disposición judicial y posteriormente ingresó en prisión.

La joven empleada de la frutería desconocía el historial delictivo del asaltante y mucho más que era un preso que había decidido eludir el control telemático al que debía someterse por decisión judicial. Cuando vio que el hombre sacaba un cúter y le exigía el dinero actuó "casi sin pensar lo que hacía", relata el propietario del establecimiento, Luciano Fernández. "Nosotros nos acabábamos de ir y le dijimos que cerrara ya porque ya era de noche y no había nadie", añade. Fue entonces cuando llegó el hombre por segunda vez: "Cuando vio el cúter cogió lo que tenía a mano que era un cuchillo grande que utilizamos para cortar el pan; al verlo, el otro se asustó y se fue". La reacción de la mujer fue instintiva pero después, continúa Luciano Fernández, fue consciente de lo que había pasado "y tenía miedo, es normal, yo no sé como reaccionaría pero ella le echó mucho valor".