"El ataúd es el último contenedor hacia la despedida, y en España, donde el rito funerario sigue implicado una alta religiosidad, se interpreta ese féretro como la imagen del difunto, por eso se le da tanta importancia a la estética y a la calidad de mismo, pues se va a ver en el velatorio, en la iglesia e incluso en los coches fúnebres, que son acristalados precisamente para poder lucir el féretro que viaja dentro", explica Lalo Arce, responsable de exportación del Grupo Ataúdes Gallego de Arenteiro, en Piñor, Ourense.

En una provincia con gran tradición en la fabricación de ataúdes, los hermanos Gallego, Víctor, Manuel y Eduardo, segunda generación de una firma que fundó su padre hace 43 años son, pese a liderar una pyme de poco más de 30 trabajadores, los líderes de la exportación.

Con una producción que oscila entre los 10.000 y 12.000 ataúdes al año, tienen un catálogo adaptado al cliente tan diverso como sus mercados y a los gustos de la empresas del país de destino de su exportaciones, que son en especial los países del mercado latino.

Aunque no gustan hablar de cifras, dicen los expertos del sector que de cada 10 ataúdes que salen de Galicia al mundo, 8 son de Ataúdes Gallego.Además entre sus "curiosidades" está que es una de las "cuatro fábricas que hay en España, y única de Galicia", puntualiza Lalo Arce, que tienen certificado de producto cien por cien ecológico, y eso empieza incluso por el origen de la madera en que van fabricados y en los productos que se utilizan que no afectan tampoco al trabajador en el proceso productivo explican.

La clave, afirma Lalo Arce "puede estar en que no hemos sucumbido al mercado asiático", explica, muy barato pero de malos lacados y bajísima calidad, para centrarnos en el producto de Marca España y de calidad".

El destino de sus productos "es ese mercado latino que exige exclusividad y calidad y que además puede importar containers enteros, por eso aunque también vendemos en España los grandes importadores son grandes holdings funerarios del otro lado del Atlántico" afirma.

Esas grandes empresas funerarias, "que realizan hasta 700 o 1.000 entierros al mes, nada que ver con la funerarias españolas, tienen su propia línea, exige incluir su logotipo y también ofrecen un apartado de alta calidad, y ahí entramos nosotros", explica Arce.

"Un ataúd es como un zapato"

Compara un ataúd "con un mueble cualquiera; al final hay que desmitificar la muerte", explica, "con una buena prenda de vestir, como un zapato, del que exigimos una buena piel, un buen acabado". De igual modo "tenemos esa línea de maderas nacionales de roble, castaño, haya, de ceiba, una madera tropical de plantaciones controladas". Los destinatarios de este tipo de exportaciones de ataúdes de alta calidad son "desde Chile, Perú, Panamá, México, Brasil también algún cliente en África" explica Lalo Arce.

"Es un mercado muy católico que da mucha importancia al rito de la muerte, quiere tapizados interiores muy trabajados y con acolchados porque se exhibe al muerto como reflejan las películas, y ahí es donde está nuestro nicho de mercado", afirma Arce.