La población centenaria es cada vez más representativa en los estudios demográficos de Ourense. La cifra de residentes que han superado los 100 años acelera su velocidad mientras los indicadores de natalidad se ralentizan. A fecha de 1 de enero de 2018, la provincia contaba con 228 residentes con más de un siglo de vida a sus espaldas, casi un 60% más que hace quince años pero un 70% menos de los que habrá en 2033, según las proyecciones de población que maneja el Instituto Nacional de Estadística.

En tres lustros, siguiendo estas estimaciones, la provincia habrá bajado del umbral de los trescientos mil habitantes y 770 tendrán cien años o más, lo que representará un significativo 0,2% del censo tratándose de mayores con un elevado grado de dependencia. Ese año nacerán 1.390 niños en Ourense, menos del doble de la población centenaria estimada.

Así, en quince años se repetirán con más frecuencia casos como el de Isaura Rodríguez Masid, (Parada Seca, Nogueira de Ramuín, 1912), abuela de la provincia, que ayer celebró su 106 cumpleaños en la residencia San Martiño de Luíntra, perteneciente a la Fundación San Rosendo. Y no será raro que algunos logren la condición de supercentenarios (110 años o más) que hasta ahora muy pocos han alcanzado en la provincia.

En septiembre de 2017 falleció con 111 años en la residencia de Nosa Señora do Mundil, de Outomuro (Cartelle), Josefa Álvarez, una de las personas más longevas en la historia de Ourense y a la que muchos recordarán por ser la abuela centenaria que cantaba la Rianxeira y que con 110 años todavía presumía de una analítica perfecta.

La vida de esta supercentenaria ourensana guarda ciertas similitudes con la de Isaura Rodríguez. Josefa, por ejemplo, era soltera y aseguraba que esa era la clave de su longevidad. Isaura tampoco se casó nunca ni tuvo hijos. Aunque sí llegó a tener "uno o dos novios", pero como recuerda su sobrino, Pedro Fernández, "no llegaron a ningún acuerdo; se ve que no habría enamoramiento".

Isaura, como Josefa, optó por la soltería y dedicó su vida entera a trabajar en el campo y a cuidar de sus padres cuando estos se hicieron mayores. Su sobrino cree que ha sobrevivido con indiscutible ventaja a sus cuatro hermanos por haber permanecido en el campo, la comida sana y "que no llevó disgustos, no tenía un marido con el reñir ni discutir".

A pesar de la dureza de los trabajos que desempeñaba, Isaura no se perdía una fiesta. Recuerda Pedro Fernández que cuando había celebración se habilitaban espacios en las cuadras para los músicos. Así que mientras Josefa era de las que se conocían todo el cancionero popular, a Isaura le gustaba bailar, "era la única diversión que tenía", asegura Pedro Fernández.

La residencia de mayores de Luíntra, en la que Isaura lleva 18 años como residente, celebró ayer su 106 cumpleaños. Aunque Isaura no pudo bailar porque desde hace dos años ya no se vale por sí misma, disfrutó otra vez la música con los niños de Vilar de Ordelles (integrantes de la Banda de Música de Esgos) que se juntaron por iniciativa propia para regalar a Isaura las melodías que tanto le gustaban.

A la fiesta asistieron los 68 residentes (44 mujeres y 24 hombres) y tres sobrinos de la cumpleañera, que recibió regalos y una tarta. El personal y algunos de los mayores la obsequiaron con una breve obra de teatro titulada "O vello tronco" inspirada en las personas mayores y en lo que pueden aportar a la sociedad más allá de la jubilación.

Isaura es la única centenaria en esta residencia y hasta hace dos años "hacía vida normal". Según explica la directora, Rita Rodríguez, otra residente cumplirá los 100 el mayo próximo.