Seis hombres se enfrentan a penas de 3 a 6 años de cárcel por un presunto tráfico de drogas, en un caso que desarticuló el anterior grupo de estupefacientes de la comisaría de Policía de Ourense, entre diciembre de 2014 y marzo de 2015. Una parte de la estrategia de las defensas se dirige a cuestionar abiertamente la labor de la unidad, contra la que procedieron en la operación Zamburiña Asuntos Internos, un juez y la Fiscalía Provincial: cuatro agentes irán a juicio por delitos contra la salud pública, revelación de secretos y omisión del deber, por presuntamente proteger a nueve traficantes que les suministraban información. Uno de estos últimos está en el banquillo en el proceso que se juzga desde ayer en la Audiencia Provincial de Ourense. Supuesto confidente según la Zamburiña, J. V. V., alias Josito, arremetió contra el exjefe policial antidroga, Antonio F. R. En su interrogatorio, el presunto traficante manifestó que, después del caso que ahora se examina, "no me dejó de llamar y de acosar, coaccionándome. Tuve que cambiar de teléfono".

En la Zamburiña, donde la petición de la Fiscalía para los policías va desde una multa de 5.400 euros para el menos implicado a los 7 años y 9 meses que se solicita para otro, Josito se enfrenta a 8 años y 9 meses de cárcel. Era un presunto colaborador de la principal narcotraficante en ese asunto, J. P., alias Pucha. Según ella, él era quien traía droga desde Vigo. Asuntos Internos intervino llamadas entre el policía y este acusado que aluden a una presunta protección en el caso de que apareciera en el foco de otras investigaciones. En la causa junto a otros cinco supuestos traficantes, en la que afronta una petición de 4 años, J. V. V. afirmó ayer en la vista que entonces él no era el confidente del policía. También dijo suponer que del encuentro para comprar droga por el que es juzgado ahora, y que él niega, la Pucha avisara a la Policía.

Los agentes podrán dar hoy su versión, en calidad de testigos -obligados, por lo tanto, a decir verdad-, como instructores de la investigación. Defensas de los acusados piden la nulidad cuestionando que el asunto que ahora se juzga fue el resultado de "hechos provocados" por la unidad antidroga tan discutida en la Zamburiña. La Fiscalía, implacable en dicha causa, acepta en este juicio su manera de proceder, mientras no establezca lo contrario una sentencia firme en el proceso sobre la comisaría de Ourense. "No cabe hablar de un delito provocado ni podemos decir que esos atestados sean falsos; no hay ninguna condena", argumentó ayer la representante del ministerio público.

El abogado de J. V. V. intentó aportar como prueba la transcripción de la escucha de Asuntos Internos a su defendido y al exjefe policial. La Audiencia Provincial se opuso por una cuestión formal: el letrado facilitaba una copia del documento, pero la Sala solo podría admitir un testimonio del juzgado de Instrucción 1 que lleva la Zamburiña.

La operación que el tribunal examina en vista pública entre ayer y mañana se desarrolló en dos fases. El anterior grupo de drogas de la Policía concluyó que, al menos desde 2014, J. R. P. C., D. L. L. e I. N. S. (este con una condena previa de drogas de tres años y medio) se dedicaban al trapicheo de cocaína y hachís en la ciudad de Ourense.

De Pontevedra a Ourense

El 27 de diciembre de ese año, se desplazaron a Mos (Pontevedra), donde se encontraron en un bar con los acusados J. Y. C. A. y J. V. V. Según la Fiscalía, estos entregaron -tras recibirlo previamente del sexto acusado G. V. B.- un paquete de droga envuelto en bolsas de plástico, que ocultaron detrás del panel de control de sonido y calefacción del vehículo que conducía J. R. P. C. En otro turismo iban I. N. S. y D. L. L, supuestamente delante a modo de lanzadera. Ambos coches fueron interceptados por la Policía en la autovía A-52, cerca de Ourense. El paquete oculto tenía 396 gramos de cocaína, cuyo valor en el mercado hubiera alcanzado 29.000 euros.

Según la Fiscalía, J. Y. C. A. también traficaba con hachís y, antes de ese encuentro, presuntamente proporcionó a I. N. S. y J. R. P. C. distintas cantidades que guardaban en la buhardilla del último, donde los agentes localizaron más de 10,6 kilos de resina de cannabis, cuyo valor superaba los 58.700 euros.

La otra parte de la operación fue en marzo de 2015. J. Y. C. A. fue interceptado en Vigo, tras darse a la fuga en el coche, haciendo caso omiso a los policías, y tratar de huir a pie. En el coche llevaba más de 4 kilos de resina de cannabis, valorada en cerca de 23.000 euros.

La versión de los procesados

J. R. P. C., el acusado al que detuvo la Policía con la cocaína en el coche, un ingeniero informático sin antecedentes que trabaja en una empresa de productos para peluquería, no señaló directamente en el juicio a los hombres con los que se citó, pero dijo que uno de ellos le pidió las llaves del vehículo. Él se desvincula del alijo e incluso del hachís que había en su buhardilla, pese a que una huella suya apareció en una bolsa con la sustancia.

I. N. S. también niega su implicación. Sostiene que en aquella época no tenía relación alguna con las drogas, porque seguía un estricto programa terapéutico, por el que no podía siquiera gastar más de 48 euros en dos semanas. Fue a la cita de Mos pero solo a tomar café, "y cuando me pegó un apretón dije que nos marcháramos", y no se explica, según declaró ayer, por qué podría llevar J. R. P. C. droga en el coche. Cada día revive, dijo al tribunal, cómo la Policía le dio el alto "y me puso la pistola en la ventanilla". Además, acusó a otro de los policía de la Zamburiña, Felipe M. A., de insistir con que "tocara" un paquete de droga en la comisaría.

Con este acusado fue a Mos D. L. L., quien en su interrogatorio afirmó no saber nada de que allí se hiciera una transacción de droga. Pero J. Y. C. A. delató al grupo. Admitió que era suyo el hachís que le encontró la Policía en Vigo, tras el intento de fuga, y afirmó que en la cita de Mos, él y J. V. V. llevaron cocaína para entregarla a los otros.

Este último, el presunto traficante y confidente que apuntó al exjefe policial antidroga, también dijo en su turno que no recordaba si efectivamente llevaron cocaína a vender a aquella reunión. En un paquete hay una huella suya. Justificó su mala memoria con que en aquel entonces era consumidor. Por último, G. V. B. negó ser el suministrador.