La Guardia Civil estaba convencida de que una treintena de robos perpetrados en el rural de la provincia de Ourense entre 2016 y 2017 eran obra de una banda conformada por dos ourensanos y dos albaneses. Resultaba imprescindible pillarlos en plena comisión de los hechos para poder demostrarlo. Los guardias tendieron una emboscada al grupo cuando presuntamente se disponía a robar una vivienda en Boborás. Los individuos foráneos, uno de ellos muy corpulento, no lo pusieron fácil. Acometieron con patadas, puñetazos y destornilladores a los agentes. Cuatro guardias resultaron heridos, con periodos de baja de mes y medio a dos meses en tres casos. Por aquel caso, el único en el que la justicia aprecia base para ir a juicio, la banda gallego-kosovar afronta peticiones de entre 4 y 9 años de cárcel, por delitos de tentativa de robo con violencia, lesiones y atentado a agentes de la autoridad. Los encausados son E. S., albanés de 25 años, E. B., compatriota de 29 -los dos con residencia ilegal-, F. J. G. T., ourensano de 36 -con dos condenas en Madrid que computan a efectos de reincidencia-, así como F. J. H., ourensano de 39.

La emboscada de la Guardia Civil tuvo lugar el 23 de marzo de 2017, al atardecer. Los agentes sabían que la banda iba a cometer un robo en una vivienda de Boborás. Seis agentes de la Policía Judicial establecieron un operativo: invitaron a la dueña a que saliera de la vivienda y se apostaron a la espera de los delincuentes, portando sus chalecos y placas para identificarse. Dos agentes se situaron en el exterior y los cuatro restantes, dentro del domicilio, en la planta baja.

Sobre las 20 horas, los cuatro encausados llegaron en el vehículo de F. J. G. T., que conducía F. J. H. Según la Fiscalía, este último se quedó al volante para vigilar. Los otros tres se bajaron con ropa oscura y capuchas que ocultaban sus rostros -constituye una agravante de disfraz-, llevando destornilladores, linternas y mazas. Tras saltar el muro de 2,50 metros que circunda la casa, los dos albaneses y F. J. G. T. treparon hasta una ventana, a 2,90 metros del suelo, y presuntamente forzaron el cierre.

Cuando buscaban botín, los cuatros agentes que estaban dentro del domicilio irrumpieron en la habitación para darles caza. F. J. G. T. huyó a la carrera, siendo perseguido por un guardia que le dio alcance en el muro exterior. Hubo un intercambio de golpes que culminó con la detención del encausado. Por su parte, los albaneses, lejos de desatender las órdenes de la autoridad como recalca el ministerio público, presuntamente se abalanzaron sobre los guardias, propinándoles patadas y puñetazos, intentando clavarles los destornilladores. "Ejercieron en todo momento una violencia extrema", dice la Fiscalía. Tras un intenso forcejeo con varias caídas al suelo, tres investigadores lograron reducir y esposar a ambos, que se exponen a 6 años de prisión. Al ser ilegales y dado que "representan una amenaza grave para la seguridad pública", deberían cumplir dos tercios de la condena en España. El resto se sustituiría por su expulsión del país durante 9 años.

El conductor, F. J. H., se dio a la fuga del lugar de los hechos y, posteriormente, de las proximidades de Cea, donde fue localizado. Los agentes le dieron el alto pero hizo caso omiso y escapó por una pista. Terminó volcando pero continuó la fuga a pie, campo a través. Fue detenido al día siguiente por la Policía, cerca de su casa. A diferencia del resto, estuvo solo un día preso, hasta que abonó 4.000 euros de fianza. En el registro de la vivienda de F. J. G. T. se localizó una pistola prohibida, que había sido transformada para disparar, lo que en su caso supone un delito añadido de tenencia ilícita. Afronta la petición más elevada, de 9 años.