De los 5,5 grados de temperatura con los que amaneció ayer Calvos de Randín a los 38,5º que registró Remuíño, Arnoia, doce horas después. Con el otoño a la vuelta de la esquina, Ourense exprime el verano con jornadas de máximas propias del mes de agosto pero noches refrescantes que provocan importantes contrastes térmicos entre las bajas y las altas.

A pesar de que ya avanza el mes, las tardes siguen siendo asfixiantes y el pronóstico de Meteogalicia extiende al fin de semana la influencia anticiclónica con máximas previstas para la ciudad de 35º hasta el viernes, bajando a 28 y 29 el fin de semana.

A partir del lunes 17 se suavizan las temperaturas, que pasarán a ser más propias de la época. Las mínimas oscilarán entre los 13 y los 15º en As Burgas durante los próximos ocho días.

Así, durante la jornada de ayer, por ejemplo, en localidades como Arnoia, la oscilación térmica fue de 26 grados entre los 12 de mínima y los 38 de máxima. En la capital la diferencia fue de 22 grados, con una máxima de 35,3 y una mínima de 13,2. En Baltar fue de 20 grados y en Verín, que registró 8,9º de mínima se produjo una oscilación de casi 25º al alcanzarse una máxima de 33,6º.

Pero aunque el mes esté resultando sofocante para los ourensanos, que ayer soportaron una máxima en la capital de 35,3º, ha habido septiembres mucho peores. Y no hay que ir muy atrás en el calendario para comprobarlo.

La máxima histórica para este período es de 41,6 grados y se registró el 6 de septiembre de 2016. Hasta ese momento la temperatura más alta alcanzada en la ciudad desde que Meteogalicia tiene registros era de 41,1º, correspondiente al 5 de septiembre de 2006. Sobrepasando por primera vez los 40 grados en septiembre, esa marca registrada hace doce años dejaba atrás los 39,8 grados que ostentaban el récord en Ourense para este período y que se había producido los días 6 y 7 de septiembre de 1988.

La ciudad no se acostumbra a jornadas tan calurosas como la de ayer y menos aún tras un verano como este en el que se batieron récords de máximas en la ciudad durante la intensa ola de calor que se registró la primera semana de agosto. Por primera vez desde que hay registros la capital llegaba a los 42,7º.

Así que las playas fluviales, las piscinas e incluso las zonas termales de la capital, especialmente las situadas en la margen derecha del Miño, sigue recibiendo las visitas de los bañistas. Muy concurrido estuvo también el nuevo parque de la calle Concello, que incorpora juegos acuáticos para los más pequeños.

No así las piscinas de Oira que están cerradas desde el domingo a consecuencia de los daños causados por la fuerte tormenta que afectó el sábado por la noche a la ciudad.

Las lluvias y el granizo provocaron arrastres de agua y tierra al interior de los vasos de baño y desperfectos en sus sistemas de depuración y drenaje, lo que precipitó el cierre al público.

En este sentido, el grupo de la oposición Democracia Ourensana expresó ayer su disconformidad con la decisión del grupo de gobierno del PP en el Concello de Ourense de cerrar las piscinas "en fechas todavía estivales".

Ampliar la apertura de Oira

En una jornada como la de ayer, señala el partido de Gonzalo Pérez Jácome, "los ourensanos se asaban y no tenían un lugar donde aliviar este calor".

Dado que Ourense carece de playa, "ni marítima, ni fluvial en condiciones", señala DO, "lo inteligente sería extender los días de piscina y aprovechar lo poco que ya tenemos en Ourense ciudad.