El fuego atacó a medianoche y causó un estropicio en la vida de José Serrano (84 años), ensañándose con la casa en la que vive solo. El paisaje era apocalíptico el 15 de octubre en Saa, una aldea de Carballeda de Avia donde residen una treintena de personas. El monte, en todo el municipio ourensano, estaba cercado por torbellinos de llamas y las faíscas bombardeaban desde el aire a discreción. Un manto de fuego se adentró en su vivienda en mitad de la aldea y destruyó el mobiliario, el techo, la estructura. José perdió todo lo que se puede guardar y acumular entre cuatro paredes: ropa, dinero, documentos, los recuerdos incluso. "Foi unha catástrofe tremenda, arrasou toda a miña vida, non salvei nada. Queimáronse 600 euros que tiña nun caixón, documentos, roupa e zapatos, fotografías de meus parentes en Buenos Aires e Cuba, ademais de 24 libros, unha ducia de medicina e outra de arte que non daba por diñeiro ningún".

La catástrofe incendiaria de octubre se cebó con la casa pero también puso a prueba la solidaridad de la gente en situaciones duras, cuando la necesidad acucia. Parientes, vecinos y amigos arroparon al octogenario en medio de la nada. La administración también ha estado a la altura. Diez meses después, donde había cenizas y devastación, lucen techos altos, paredes y vigas revestidas, y un espacio diáfano en su casa rehabilitada. El seguro privado pagó 42.000 euros de indemnización y la Xunta sumó 100.000 euros de su línea de ayudas para los damnificados que perdieron propiedades por la oleada de incendios de octubre. Antes, cuando las piedras ennegrecidas eran el único vestigio del que había sido su hogar, muchos conocidos le regalaron ropa, dinero, alojamiento y consuelo. "Perdín toda a miña vida, pero todos me axudaron", destaca en un gallego trufado de giros y palabras portuguesas. Estuvo décadas emigrado en Brasil, donde fue camarero en hoteles -"cheguei a servir á Reina de Inglaterra e ao Príncipe de Gales"- hasta que volvió para cuidar a su madre. De la debacle se sale, José Serrano -Pepe para los suyos- da fe. "Só podo dar gracias, non teño palabras", subraya.

El tercer fin de semana de octubre, Galicia vivió un infierno que desbordó la capacidad de extinción: en la provincia de Ourense ardieron 22.623 hectáreas, casi la mitad de las 49.200 calcinadas en la comunidad en 264 frentes. Hubo cuatro víctimas mortales, una de ellas en Carballeda de Avia: Marcelino Martínez, de 78 años, atrapado cuando quería salvar a sus ovejas.En este municipio de la comarca de O Ribeiro, las llamas quemaron el 75% de la superficie, el fuego entró en 9 aldeas y destruyó 14 casas consideradas primera residencia y 8 de segunda, además de kilómetros de alumbrado y canalizaciones.

Eran casi las doce de la noche y José seguía las noticias sobre la aciaga ola de incendios en Galicia. Delante del televisor, era ajeno a que las fauces del fuego llamaban a su puerta. Su primo Marcos Vázquez quizá le salvó la vida entonces. Después se la reconstruyó con su empresa Conecgal Construcciones y Servicios, S.L., que ha ejecutado la reforma en tiempo récord, cuatro meses y medio cuando el plazo que preveían los arquitectos de la Xunta era el doble. El octogenario recuerda los momentos antes de que cambiara todo: "Vía nas noticias que o lume estaba en Cimadevila, en Melón. Mirando pola ventá notábase o aire que movía as follas. A medianoite, en punto, chamoume meu primo Marcos: "¡Arde polos catro costados, vaite ou vas arder!", describe José. En pijama, salió al umbral del domicilio y vio el infierno en primer plano. "O lume estaba xa a 20 metros da miña casa". No tuvo tiempo ni a cerrar la puerta. Las llamas entraron y todo se malogró. Cuando se alejaba del pueblo, completamente desalojado, divisó por un claro del cielo y pensó: "Non se vai salvar nada". Ardieron finalmente dos viviendas y catorce galpones.

Pepe no quiere olvidar un nombre. Enumera la relación de personas que impidieron el desamparo: "Mari Lola, veciña, deume un pantalón, unha camisa e 70 euros. Meu primo Marcos, a súa casa en Ribadavia para durmir, ademais de roupa. Botei 3 semanas na casa en Saa de miña prima Hortensia, nai de Marcos. O meu compadre Ricardo deume roupa e zapatos. Poldo, un amigo, 100 euros e roupa. Castor, da Cañiza, 500 e máis roupa. Doniso, de Barcia, roupa tamén. Un rapaz de Ourense chamado Manolo, prendas e zapatos. Un de Vilariño, Teodosio o mesmo. Un da Veronza, Xuliño, roupa e 50 euros. Outro de Vilar de Condes, Pepiño, que vive na Quinza, 50 euros e roupa. Unha rapaza de Abelenda chamada Lupe, algún libro. Teresa, que ten unha tenda en Carballeda, leite, queixo e outras cousas. O Labora de Carballeda tamén roupa, queixo e leite. Un rapaz de Carballeda fixo unha xuntaza en Ribadavia con outro dalí e un de San Cristovo. Conseguiron 700 euros e ademais déronme un diploma de que ardera a casa".

Además de los 100.000 euros de ayudas para rehabilitar la casa, la Xunta contribuye al alquiler que José Serrano paga en una casa alquilada en Saa -150 euros de 200 de renta, él además costea unos 30 de luz- mientras no pueda entrar en la suya, a la que le quedan solo uno detalles para la entrega de llaves. Aunque la obra que los contratistas aceleraron para que José recuperase cuanto antes su casa se hubiera demorado, el Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS) apoyaría el alquiler durante 3 años -el seguro privado costeó un semestre-. Otras administraciones y entidades públicas y privadas han colaborado: el Concello, que también ha tenido que desembolsar gastos para reparar bienes comunitarios mientras espera el pago de ayudas de la Xunta por este concepto, donó ropa. Cruz Roja, una nevera. La multinacional sueca Ikea, parte del mobiliario: una nevera, un horno, la cocina, la loza.

El revés de octubre, y las dificultades, no agriaron el buen carácter, contagioso, de José Serrano. "Son unha persona vivida, con moita experiencia. Durante 84 años teño pasado moitas cousas. Todo dá experiencia, estabilidade, tranquilidade e preparación. Ao andar polo mundo acontecen moitas cousas. Teño sido feliz e tamén tiven os meus fracasos". La solidaridad y la gratitud marcan el nuevo capítulo de su historia.