En un esprint, sintió la adrenalina que difícilmente puede infundirse en el aula de una academia. Daniel Nóvoa (Ourense, 26 años) atrapó a unos delincuentes que huían con unos televisores. La carrera a la caza del ladrón ocurrió justo en un lugar pensado para ser el más rápido: la pista de atletismo del campus. La calle no espera y la realidad enseña a cada instante. Los 10 policías en prácticas asignados a Ourense aprenderán, hasta principios de junio, con casos reales e imprevistos en los distintos servicios de la comisaría, mitigando a la vez el déficit de personal, de un 27%, según el comisario, Juan Carlos Blázquez Hernández. Hay unos 190 agentes en el cuerpo en la provincia -incluida la Unidad de Extranjería y Documentación de Verín-, unos 60 efectivos menos que en el escenario idóneo.

Daniel empezó haciendo un ciclo superior de automoción pero no le convencía la inestabilidad de ese trabajo. No tenía vocación desde pequeño, pero sí a conocidos policías -una prima lo es- que le contagiaron el interés. "Entrené mucho, estudié mucho, lo intenté y me salió bien. Aprobé a la primera. Recibes una formación muy completa. A pesar de lo que la gente pueda pensar lograrlo es muy difícil y cada vez la Policía está más preparada". Tras esa primera experiencia atrapando a delincuentes a la carrera, tiene más o menos elegido su destino predilecto: "Me gustaría estar en grupos operativos, en la calle, donde la acción. Me gusta la adrenalina".

Después de 9 meses de formación en la academia de Ávila y de casi 11 de prácticas -comenzaron a finales de julio y rotarán por las distintas brigadas hasta principios de junio de 2019-, los futuros agentes jurarán su cargo antes de elegir un destino entre los disponibles. Los diez entrevistados son de Galicia -ocho de la provincia de Ourense- pero saben, y han asumido, que durante unos años deberán trabajar lejos de casa.

Mientras dure su preparación en la ciudad, donde los veteranos tutelan y acogen -los novatos nunca atienden un servicio sin supervisión-, serán evaluados cada dos meses por los jefes de brigada y unidades -Seguridad Ciudadana, Información, Científica, UDEV, Oficina de Denuncias y 091-, así como por el delegado de formación. "Se les asigna una nota numérica según cinco parámetros, como el comportamiento, la disciplina o el espíritu de equipo. El primer control es en octubre. Están muy preparados, tanto desde el punto de vista académico -la mitad tienen título universitario- como en su predisposición para el trabajo. Son policías a los que les falta experiencia pero que ofrecen total garantía. A medida que sumen servicios irán adquiriendo destreza", dice Manuel Borrajo, el responsable del área de formación en la comisaría ourensana.

"Para nosotros supone un respiro importantísimo. Poder cubrir una mínima parte de la falta de personal es positivo. Además, desde el punto de vista institucional, refuerza a la propia organización con esa capacidad de escuela que da el contacto directo con la calle. La gente de prácticas tiene mucho interés y le pone muchas ganas. Tienen una oportunidad única para poder aprender en todos los servicios de comisaría y conocer el aspecto global del trabajo", destaca el jefe Blázquez.

En su promoción, 2.615 plazas

La media de edad de los nuevos policías ha subido en los últimos años, tras eliminarse el límite máximo 30 para poder aspirar y porque, durante la crisis, la oferta de plazas se reducía a poco más de un centenar. "El nivel es alto, cada vez más. La gente accede a la profesión con una media de edad sensiblemente más alta, lo que hace que esté más asentada", valora el jefe provincial. En la 33ª promoción, a la que pertenecen los 10 agentes en formación en Ourense -un total de 130 en 8 comisarías de Galicia-, había 2.615 puestos.

"Las oportunidades de entrar son más altas, pero hoy en día la gente está más preparada y más acostumbrada a estudiar. Requiere bastante preparación tanto la prueba física como la teórica y la ortografía", matiza Tomás Sánchez, de Ourense y 28 años. No tenía vocación cuando terminó de estudiar Bachillerato pero, con familiares en el cuerpo y en la Guardia Civil, decidió prepararse. Al igual que expresaron ayer varios de sus compañeros, aún no tiene claro en qué unidad le gustaría terminar. "Es cuestión de ir viendo cómo es el trabajo y, con el paso del tiempo, encontrar cada uno nuestro espacio".

Xoán Rego, de Ribadavia y 41 años, es el mayor del grupo. Como a Daniel la precariedad laboral lo animó a optar a la Policía. "A raíz de un despido y una vez eliminaron el límite de edad, empecé a conocer a más policías y me di cuenta de que esto era lo mío". Licenciado en Químicas, su propósito inicial era terminar recalando en la Policía Científica, pero tampoco se cierra a otro destino.

Alberto López (Monforte, 25 años) también ingresa en la Policía con formación previa. Le llamaba el cuerpo por conocidos que son agentes. Empezó a opositar al finalizar informática y espera que el periodo de prácticas, "pasando por todas las ramas", le muestre la unidad en la que le gustaría recalar.

Para Daniel Gómez, de Ourense y 29 años, entrar en la Policía Nacional es una meta cumplida. "En mi caso ha sido completamente vocacional, siempre quise trabajar aquí", subraya. Sus expectativas de futuro: "Primero formarme y después, a priori, trabajar en un grupo de investigación". En su opinión, aunque ni las mejores simulaciones igualan a la realidad, "la formación que da la Policía es completa. Evidentemente en la academia los riesgos son menores que de servicio, pero la preparación se intenta asemejar lo máximo posible", dice.

Para César Pérez (San Cibrao das Viñas, 36 años), del aula a la calle "hay un salto, aunque el trabajo esté relacionado con lo que se estudia en Ávila, para que no llegues a ciegas a las prácticas". Corrobora, con énfasis, que "hay que estudiar y entrenar mucho, mucho, mucho", y al igual que su compañero Daniel Gómez ,siempre miró a la Policía "como un ideal". Qué destino elegir está por ver. "Me quedan unidades por conocer, una vez haya pasado por todas decidiré".

Desde que era niño, un futuro con arma y placa atraía a Manuel Borrajo (Viveiro, 29 años). "Tengo familiares policías y desde pequeño siempre me gustó. Estudié la carrera y cuando la terminé preparé la oposición". También está en el cuerpo por vocación Saúl Rodríguez, ourensano de 27 años. "Tengo familiares policías y militares. Al final, el uniforme llama. Siempre me gustó poder ayudar a la gente". En este momento aprende en Policía Científica, una unidad en la que no sopesaba trabajar pero que ahora, formándose con casos reales, ya no descarta. La lucha real contra la delincuencia cambia la perspectiva: "Pensé que en Ourense había menos delitos, al final no dejan de ser pequeños robos en su mayoría, pero son más de los que te imaginas. Al estar dentro ves lo que hay de verdad".

Los más jóvenes del grupo de 10 que pasará su formación práctica en Ourense son Miguel Domínguez, de Montederramo -cumplirá 24 en octubre- y Aarón Rodríguez, de la ciudad y 23. "Siempre me llamó la atención pero, cuando tenía 18 años, había pocas plazas y decidí estudiar antes Ingeniería Informática para tener más expectativas dentro de la Policía. En los años de la carrera, viendo las posibilidades laborales, decidí presentarme. En un futuro me gustaría trabajar en algo relacionado con mi formación, como la unidad de investigación tecnológica, pero durante los primeros años querría aprender el trabajo de calle", comenta Miguel.

La razón de su compañero Aarón para opositar fue puramente vocacional. "Me gustaba desde pequeño, lo vi bastante claro". Tenía un abuelo que fue policía local en la ciudad. "Cuando empecé a estudiar Bachiller no me gustaba, lo dejé y decidí empezar a prepararme". Le seduce, de entrada, el área de Seguridad Ciudadana "pero no descarto cualquier otra, porque al pasar por todas las unidades acabas viendo cosas que te llaman".

Los 10 agentes del futuro encaran casi diez meses de aprendizaje, con una premisa clara: "En la calle nunca sabes lo que te puedes encontrar. Hay situaciones que puedes esperar, pero nunca te puedes confiar".