Entre las 80.000 personas que degustaron ayer raciones de pulpo cocido -en las cuarenta calderas colocadas en el parque municipal que cuenta con 500.000 metros cuadrados de superficie y otras quince que se encontraban en diferentes calles de la villa-, se encontraban diez periodistas chinos, que los organizadores esperan que puedan contribuir de una forma decisiva a que el evento, declarado fiesta de interés nacional hace ocho años, sea reconocido como fiesta de interés internacional.

El regidor, Francisco Fumega, muestra su confianza en que "pueda conseguirse el próximo año" la declaración de fiesta de interés internacional, tras "cubrir todo el papeleo y superar todos los requisitos", con noticias sobre la Festa do Pulpo do Carballiño publicadas en numerosos países como Alemania, Suiza, Panamá, México, Cuba, Brasil, Argentina y Venezuela, entre otros, a los que rindieron homenaje en diferente ediciones.

La Festa do Pulpo está concebida desde sus orígenes, hace más de medio siglo, como un reencuentro con los gallegos que residen en otros países de Europa y América, alrededor del pulpo, cocido por las sesenta familias de la localidad de Arcos que se dedican a preparar este producto, para su degustación en ferias y fiestas de toda Galicia y comunidades limítrofes.

La tradición arranca en el siglo XII, cuando Marín estaba considerado el puerto del monasterio de Oseira, al que llegaba el pulpo seco, deshidratado, en el que se especializaron los vecinos de Arcos, para que pudiera consumirse durante todo el año. De esta forma, a pesar de que se encuentra a 80 kilómetros de la costa, O Carballiño se ha convertido en "el mejor intérprete del pulpo", porque los vecinos de Arcos fueron transmitiendo de padres a hijos, durante 400 años, la experiencia que acumularon sobre la elaboración de este producto. "Por algo inventamos el oficio", comenta la presidenta de los pulpeiros, Isaura González.

El pulpo elaborado en O Carballiño se consume "en su punto" de cocción, con sal, pimiento y aceite, por lo general sin añadirle cachelos ni pimientos, aunque el menú puede completarse con pan de Cea, empanada, carne ao caldeiro, carne asada, postre de la comarca (cañas y melindres de O Carballiño), además de vino de O Ribeiro o de otras denominaciones de origen gallegas.

Las sesenta familias que residen en Arcos tienen una o dos personas que se dedican a cocer el pulpo en las ferias y fiestas de diversos puntos del noroeste peninsular, revela la presidenta del colectivo, Isaura González, a los que se suman personas que se iniciaron en el oficio allí, y luego establecieron su lugar de residencia en otras localidades de Galicia, como Bandeira, Monforte, Sarria, A Rúa y Verín.

Casi todos utilizan calderas de acero inoxidable, porque "da mucho trabajo mantener limpias las tradicionales de cobre". Isaura González explica que las calderas de acero tienen la desventaja de que requieren mayor cantidad de energía, por ser mejor conductoras del calor. "El cobre es peor conductor del frío y del calor, por lo que tarda más en calentarse, pero luego también tarda más en enfriarse".

Secretos del oficio

Isaura González revela que los mayores secretos del pulpo están en realizar una buena selección del producto, que los profesionales de Arcos mantienen "en secreto", por lo que nunca hacen comentarios sobre las marcas seleccionadas, y tampoco hacen ningún tipo de comentario, entre ellos, sobre los lugares a los que se desplazan durante el año para vender el producto, para evitar la competencia. "En eso, incluso nos guardamos unos de otros, porque es un oficio que hemos aprendido de los abuelos y de los padres, que te van diciendo cómo se hacen las cosas", agrega la presidenta de los pulpeiros. El segundo secreto versa sobre "encontrarle el punto exacto de cocción".

De todas formas, la sangre no llega al río. El pasado martes pulverizaron un nuevo récord, con la preparación de una tapa de 450 kilos de pulpo en tan solo 10 minutos y 8 segundos, y "cenamos todos juntos al concluir".