La mujer atacada presuntamente por su todavía marido, el jueves, en un aserradero de Loeda (Piñor) donde ambos trabajan, los compañeros que fueron testigos y el hijo de ella relatan un grave caso de violencia machista que pudo costarle la vida a M. C. G. G., una mujer de O Lago (Maside) y residencia en O Carballiño, de 46 años. El esposo con el que llevaba en trámites de divorcio desde hace meses, Teófilo S. C., dominicano con nacionalidad española y de la misma edad, permanece en prisión preventiva, comunicada y sin fianza, desde ayer a las 14.30 horas. Está investigado por un presunto delito de tentativa de homicidio o, al menos, de uno consumado de lesiones agravadas (la instrucción, con los informes médicos y forenses como claves, definirán el delito final). Según dos de los testigos, encargó a un compañero que afilara un cuchillo de grandes dimensiones con el que la atacó -el trabajador no sabía para qué lo quería-, y confesó a otra empleada, tras el suceso, que había sido él. "Así aprenderá a respetar a los hombres", dijo, según esta persona.

La víctima se recupera en el CHUO, donde sigue ingresada. Ayer recibió las curas. Tiene un corte en la cara y otro más profundo en el brazo, además de un derrame en un ojo y hematomas. Con la primera asistencia aún en el aserradero le practicaron un torniquete que evitó que se desengrase, ya que la lesión en la extremidad le afectó a una arteria, hasta que el helicóptero la llevó al hospital, donde fue operada de urgencia el jueves.

Después de negar el ataque ante la Guardia Civil en la Comandancia de Ourense -dijo que estaba en el baño y que al oír los gritos vio a la mujer ensangrentada y con el cuchillo-, el presunto agresor machista se acogió ayer a su derecho a no declarar, en el juzgado de O Carballiño. La fiscal pidió prisión preventiva y una medida de alejamiento de 500 metros de la víctima, que la jueza sustituta de Instrucción 1 también ha acordado. La defensa, ejercida por un abogado del turno de oficio, planteaba una alternativa en libertad, la prohibición de comunicarse y de acercarse a la mujer, con una pulsera telemática de control para garantizar su integridad. Una medica que la fiscal propuso de manera subsidiaria, en caso de que la solicitud de prisión no prosperase. La autoridad considera que existía el peligro de que si quedaba en libertad pudiera volver a atacarla, así como de una fuga.

Antes del turno del investigado prestaron declaración varios testigos, trabajadores del aserradero en el que ambos trabajaban -él, además, residía allí en una de las habitaciones para empleados-, y el hijo de la víctima. Aunque no constan denuncias previas de violencia machista -Teófilo S. D. carecía hasta el momento de detenciones o antecedentes-, el joven relató episodios anteriores de los que se desprende una situación continua de malos tratos y un carácter obsesivo y celoso del investigado, que según el testigo había llegado a amenazar de muerte a su madre si la veía con otro. No había querido denunciar con anterioridad porque temía la reacción de su aún marido.

Según fuentes del entorno de la víctima, ambos habían firmado hace meses el divorcio, aunque faltaba que se materializase. Ya no convivían desde hace años y, a partir de finales del pasado, la relación se había limitado al hola y adiós, pese a que "él seguía insistiendo", dijeron ayer personas allegadas a ella.

Los celos confirmados por el hijo pudieron ser el detonante de este grave suceso. El joven y una compañera de trabajo manifestaron a la jueza que la víctima había iniciado una nueva relación sentimental y que el investigado se enteró, el motivo por el que consideran que decidió atacarla. Así se lo contó la víctima a su vástago en el hospital.

El abogado considera que la prueba es "endeble" y , además de sostener que en nueve años de convivencia no constan amenazas, golpes o intimidaciones, también alegó que no hubo testigos directos que vieran al hombre agrediendo a su mujer en la cocina del aserradero, y que la ausencia de salpicaduras de sangre en su ropa -la misma que llevaba ayer- avalaría que él no fue. El día de los hechos, la propia víctima manifestó a dos compañeros que acudieron a auxiliarla que el autor de las lesiones había sido "Chichi", tal y como es conocido Teófilo S. C. El encargado de la empresa también afirmó que la señora acusó al marido. "Chichi me clavó", decía malherida. Así lo corroboraron ayer los testigos.

La mujer, ensangrentada a consecuencia de la brutal agresión, gritaba pidiendo auxilio mientras decía a la compañera que llegó primero que el presunto agresor la iba a matar. Esta testigo encontró al hombre encima de la víctima, sujetándola, y vio que portaba un cuchillo. Trató de frenarlo y pidió ayuda, consiguiendo que el ataque no fuera incluso a más.

El abogado aduce que no coincide el que consta en la causa con el arma "muy larga y plateada" que describió esa compañera, pero la jueza sostiene que "bien se puede corresponder" con el que figura en las diligencias, "sin el mango de goma". En cualquier caso, otro trabajador identificó "sin género de dudas" el arma incautada como el que afiló previamente a petición de Teófilo, sin imaginarse que su intención era agredir a su expareja. Este testigo afirmó a la jueza que vio al hombre cómo lo escondía bajo la camiseta tras envolverlo en un trapo. Hay "indicios suficientes", concluye la jueza de O Carballiño en el auto de prisión. La defensa recurrirá para reiterar sus tesis.

El 016 es el teléfono gratuito de atención a las víctimas de violencia machista. Responde en 52 idiomas, está disponible las 24 horas, todos los días, y no deja registro en la factura de teléfono ni en muchos móviles. Informa sobre qué hacer en caso de malos tratos, dispone de asesoramiento jurídico especializado (de lunes a domingo, de 8 a 22 horas), y también aporta detalles de interés sobre los recursos y derechos de las víctimas en materia de empleo, servicios sociales, ayudas económicas, recursos de información, de asistencia y acogida.