Desde el mismo momento en el que se produjo el desastre ecológico en el Barbaña, hace más de nueve años, el anuncio de llevar a cabo un plan integral de regeneración, que contemplaba la construcción de una nueva depuradora en San Cibrao, así como otro tipo de medidas, llevó a pensar que a medio plazo el cauce del río experimentaría una importante mejora, y frenar los vertidos.

Pero, como sucede en estos casos, desde que se produjo el anuncio por parte del Ministerio de Medio Ambiente, a través de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, los años fueron pasando y ese plan se fue demorando en el tiempo, aunque las últimas previsiones que se manejan es que podría estar listo en otoño de 2019. Después del proceso de concurso, el proyecto tendrá un coste de salida que está por encima de los 230.000 euros, según indican desde la propia CHMS.

Y mientras se espera por ese saneamiento, las mejoras realizadas que no evitaron que se sigan produciendo vertidos, consistieron en actuaciones en la depuradora de San Cibrao, con una inversión de algo más de dos millones de euros. Pero sin que eso fuese suficiente, debido a que quedaron pendientes otras obras, como la del saneamiento global, y de esa forma cumplir con lo que establece la directiva europea en cuanto a vertidos en zonas sensibles y conseguir así alcanzar el buen estado ecológico y químico del río, como recoge el Plan Hidrológico de la Demarcación del Miño-Sil.