F. Á. Á., de 57 años, acusado de un presunto delito de maltrato animal, se enfrentaba a 9 meses de prisión y 2 años de inhabilitación para tener animales y para el ejercicio de profesión, oficio o comercio relacionados con ellos. La magistrada del Penal 2 de Ourense no ve pruebas de que hubiera disparado con una escopeta de balines al gato de su vecina -sus jardines son contiguos-, en Verín, la tarde del 3 de septiembre de 2015. La denunciante aseguró en el juicio que vio a su vecino con un escopeta en la mano tras haber oído disparos. A los 20 minutos apareció su gato cojeando. Tras ser examinado por el veterinario presentaba en la columna dos balines. Por el contrario, el acusado sostuvo que el arma que entregó a la Guardia Civil no funcionaba, que es imposible que su vecina pudiera verlo desde su vivienda porque hay un seto y un muro, y que ese día ni siquiera había estado en su domicilio, sino que se había ido ya por la mañana a trabajar en unas fincas propiedad de su madre, en cuya casa se quedó a dormir, según su versión. Las dos partes llevaron testigos al juicio.

La pareja de la denunciante expresó la misma versión, afirmando que también había visto cómo el acusado portaba una escopeta después de haber escuchado unos tiros. Por su parte, el acusado propuso la declaración de tres vecinos que mantuvieron que, el día de los hechos, estuvieron hablando con él a las horas aproximadas en que ocurrieron los hechos. Aunque la magistrada coincide con la Fiscalía en las "contradicciones" de los testigos, según su criterio no existen pruebas suficientes para ratificar la versión de la denunciante. El relato de su novio no basta, "pues vista la relación sentimental existente entre ambos, no está tampoco plenamente garantizada la imparcialidad de su testimonio".

La jueza entiende que no hay razones para creer que la denunciante actúe por animadversión hacia el acusado -él fue incluso quien le construyó la casa-, pero utilizando el mismo argumento , avalado por el reconocimiento de la denunciante de que nunca habían tenido ningún conflicto previo, "tampoco ha podido determinarse qué razón albergaría el acusado para desarrollar la conducta que se le imputa".

La dueña del gato mantuvo una postura "persistente y mantenida" en todo el proceso judicial, pero faltan "datos objetos periféricos" para que derive en una condena. No se puede probar que el hombre estuviera en su casa la tarde de los hechos (la denuncia se presentó al día siguiente). Las lesiones del gato eran compatibles con disparos de balines, tal y como certificó el veterinario, pero quién fue el autor no está probado. La jueza critica, además, que tampoco se agotaron todas las diligencias de investigación, como comprobar si el arma era apta para disparar.