La fase de instrucción del caso queda cerrada. La madre que el 17 de septiembre de 2017 arrojó presuntamente a su bebé recién nacido a un contenedor en Ourense -lo rescataron con vida unas vecinas, después de que un hombre lo encontrara por azar, mientras buscaba en la basura- va a juicio por un delito de asesinato en grado de tentativa. Estefanía D. A. G., en prisión preventiva desde su detención en noviembre, se enfrenta a una amenaza de cárcel de hasta 15 años. Posiblemente, la petición de condena se sitúe cerca del máximo, en aplicación de una circunstancia agravante de parentesco. Es el turno para que la Fiscalía formule su calificación de hechos y concrete los términos de su acusación.

La jueza Eva Armesto, titular de Instrucción 3 de Ourense, la sede de violencia familiar y delitos machistas, dictó hace unos días el auto de conclusión de sumario. La instructora emplaza al ministerio público para que presente su escrito ante la Audiencia Provincial y proponga las pruebas del juicio. Después, la defensa podrá presentar su versión y sugerir testigos y peritos. Terminado el trámite, el tribunal fijará la fecha para que la acusada responda en juicio.

Cuando la magistrada procesó a la madre en abril -ratificando además la medida de prisión preventiva- hizo referencia a una modalidad de alevosía para calificar los hechos como un asesinato intentado: la de desvalimiento, el aprovechamiento de una especial situación de desamparo de la víctima, como en casos como este de menores de corta edad, u otros de ancianos debilitados, enfermos graves, personas desvalidas, drogadas o dormidas.

A 80 metros de su casa

La mujer, de 29 años cuando ocurrieron los hechos, y madre de otros tres hijos menores de edad, presuntamente metió a su hijo recién nacido en una bolsa de plástico para depositarlo en un contenedor de basura, consciente de cuál sería el final del pequeño si nadie lo rescataba. La encausada cuenta con antecedentes por robo y hurto, informó la Policía Nacional.

Según indicaron en su día fuentes próximas al caso, durante su declaración en comisaría reconoció que había dado a luz al niño abandonado y que se había agobiado al conocer la noticia de que iba a a ser madre por cuarta vez. La Policía Nacional detuvo a la sospechosa el miércoles 15 de noviembre, a las 13.00 horas, cuando regresaba de dejar a sus otros hijos en el colegio, de vuelta a su domicilio de la calle Río Sil, a solo 80 metros del contenedor en el que apareció el recién nacido, en la calle Río Bibei.

La búsqueda comenzó investigando a las mujeres embarazadas del barrio. El radio se amplió primero al resto de la ciudad y posteriormente a toda la provincia. Fue clave el ADN. Los agentes registraron la vivienda y recogieron muestras de un colchón y de otros materiales para confirmar que Estefanía había arrojado presuntamente a su bebé al contenedor tras dar a luz en casa aquel domingo 17 de septiembre. Depositó a su pequeño en el cubo todavía con el cordón umbilical y la placenta.

La Xunta tuteló al bebé, que fue acogido por una familia en un primer momento, tras 8 días de ingreso en neonatos del CHUO hasta que ganó el peso óptimo (había nacido a las 37 semanas de gestación con poco más de dos kilos). Además, la administración autonómica asumió la custodia provisional de los otros hijos menores de la investigada, que tenía entre 2 y 9 años. Tras los hechos fueron acogidos, todos juntos, por un matrimonio de O Carballiño.

El bebé abandonado en el contenedor volvió a nacer gracias a que José Manuel Camiña, un vecino de Covadonga, lo encontró en una bolsa mientras rebuscaba en la basura. El hombre alertó a una pareja que pasaba por la zona. Las mujeres que lo rescataron, Saray Iglesias y Justa Rodríguez, explicaron que al sacarlo del cubo el pequeño respiraba con dificultad y todavía tenía el cordón umbilical unido a la placenta. El bebé presentaba también un brazo amoratado y un ligero rasguño en la cara. Una matrona que se encontraba en el lugar en el momento en el que apareció el recién nacido se encargó de practicarle los primeros auxilios, entre ellos pinzar el cordón umbilical.

Vivo gracias a los ciudadanos

En un primer vistazo, y ante la inmovilidad que presentaba el niño, los rescatadores -testigos importantes en el juicio- se temieron que el pequeño ya hubiera fallecido. "Pero me acerqué y vi que respiraba", relataba Saray Iglesias. Y apremió a su marido Rodrigo Pereira: "Diles que apuren, aún podemos salvarlo". No se atrevían a tocarlo por temor a hacerle daño: "Pensamos que podía tener algo roto". Para entonces, Justa Rodríguez, propietaria de un bar de la zona, ya se encontraba en el lugar y animó a la joven a dar el paso. "Ella me impulsó y entré en el contenedor". Saray Iglesias rescató al fin al niño del fondo del recipiente de basura: "No reaccionó hasta que lo cogí en brazos y emitió un quejido leve". Aunque ellos fueron los que sacaron al bebé, nadie duda que el aviso de Camiña fue determinante: "El niño no lloraba. Si él no lo ve, nadie lo hubiera salvado".