La Molinera abrió sus puertas a 30 niños más para dar comienzo al Campamento Tecnológico de Arquitectura 3D. Esta iniciativa tendrá lugar cada mañana hasta el 13 de julio y albergará muchachos de entre ocho y dieciséis años que comparten un interés común: la arquitectura. Tras las dos primeras semanas en las que el tema referencia fue el Audiovisual y la Realidad Virtual, respectivamente, esta será la tercera de cinco del proyecto La Molinera Kids, organizado por la Concejalía de Política Social a través de la Dirección General de Juventud y el Ayuntamiento de Ourense. Las dos semanas próximas, la temática abordada será la robótica y, por último, los drones. Así se completarán las cinco tandas en las que se dividieron todos los jóvenes admitidos al campamento tecnológico.

Las 150 plazas han sido divididas en cinco turnos para concentrar en subgrupos a todos los jóvenes que disfrutarán de una atención personalizada en uno de los campamentos más originales de aquellos que se organizan cada verano en la ciudad.

La cara negativa, pero inevitable, del Campamento Tecnológico son los más de 300 niños que enviaron su solicitud pero que no han podido acceder a plaza para pasar una semana entreteniéndose y aprendiendo.

Diversión y aprendizaje

El campamento ha dividido de nuevo las clases en dos grupos, y cada uno será atendido por una monitora que aportará las premisas básicas para llevar a cabo el planning ideado. Gracias a los ordenadores que equipan La Molinera los niños pueden crear maquetas en tres dimensiones de sus casas ideales, dividiendo cada compartimento a su gusto para posteriormente imprimirlas como si fueran verdaderos arquitectos. Después, dichas casas serán amuebladas para finalizar la maqueta dejándola completa y con todo lujo de detalles.

La facilidad para controlar la tecnología en las nuevas generaciones queda demostrada si se ejemplifica con los niños que han acudido a este campamento. Todos y cada uno de los chicos y chicas se mostraban aptos y totalmente preparados para realizar las tareas que les eran encomendadas sin apenas recibir instrucciones. Una vez encendido el ordenador e instalado el programa para trabajar, cada cabeza da rienda suelta a la imaginación y compone con libertad una serie de planos sin que nadie led diga cómo ni de qué manera, ellos mismos son sus propios jefes.

Con apenas once años, alguno de estos hijos del siglo XXI ya tenía claro que quería enfocar su vida laboral a esto. Jóvenes como Galván Dacosta afrontan el futuro con la seguridad de que en unos años serán expertos en la materia. Galván, que ya acudió al campamento el pasado verano cuando la temática era menos concreta y se trataba la arquitectura de forma más amplia, eligió este año anotarse al curso de arquitectura 3D, aunque había otras opciones que le seducían como la robótica o el videojuego Minecraft. A sus padres, admite, "les parece raro que sepa a estas alturas qué quiero estudiar", aunque por cómo se maneja delante del ordenador se puede intuir que su interés por la tecnología viene de lejos. Concretamente, Galván Dacosta tiene pensado dedicarse a la arquitectura aeroespacial.

Mejora cada año

Cristina Blanco es una de las monitoras que ayudará a niños como Galván a disfrutar del campamento. Explica, la iniciativa nació hace tres años "para que los más pequeños se introdujesen en la tecnología como algo más que usuarios y se convirtieran en constructores de sus propias aplicaciones". Con un cariz más cercano a la robótica y la programación de videojuegos, las primeras ediciones ya fueron un éxito, aunque ha ido creciendo año tras año. Sobre la habilidad tan desarrollada de los pequeños para comprender y utilizar los ordenadores, la monitora no se muestra sorprendida en absoluto. "Han nacido en la era tecnológica y los videojuegos facilitan que utilicen las aplicaciones y la tecnología con más soltura que nosotros", apunta Cristina.