Acompañada por la música de la Real Banda de Gaitas, Jacquelyn C. Campbell recorrió ayer el Paseo da Igualdade del campus de Ourense minutos antes de recibir la mayor distinción que otorga la institución académica, el título de doctora honoris causa.

El homenaje a la enfermera, docente e investigadora de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Estados Unidos, pionera en los estudios de género y una de las más sobresalientes académicas en materia de violencia de género a nivel internacional fue propuesta por la profesora ourensana María Lameiras a través del Departamento de Análisis e Intervención Psicosocioeducativa, por eso fue el salón de actos Marie Curie de la ciudad el lugar elegido para celebrar la investidura en la que la propia Lameiras actuó como madrina.

En su 'laudatio', la que fuera vicerrectora del campus e impulsora de iniciativas por la igualdad destacó el "liderazgo" alcanzado por Campbell como científica en la problemática de la violencia de género avalado por un currículum con cerca de 300 publicaciones en las más prestigiosas revistas científicas y editoriales. Sus trabajos de investigación, señaló María Lameiras, han alcanzado una significativa repercusión a nivel mundial, "siendo la investigadora más citada sobre violencia de género ejercida dentro de las relaciones de pareja".

Con este nombramiento, Jacquelyn C. Campbell se convierte en la cuarta mujer investida doctora honoris causa por la UVigo y pasa a formar parte del claustro de profesorado de la institución. El rector, Manuel Reigosa, le dio la bienvenida esperando, dijo, "la máxima colaboración futura" en iniciativas relacionadas con la violencia de género que impulsará esta universidad. Además de su currículum, el rector valoró la contribución de Campbell a "esta nueva revolución pacífica, la revolución feminista", y su influencia en la legislación de distintos países y en la vida real de las mujeres en todo el mundo.

Tras recibir el birrete como señal de corona y alto magisterio, el libro de la Ciencia como símbolo de la sabiduría, el anillo y los guantes blancos emblema del privilegio de la enseñanza y fortaleza, Campbell se dirigió a los asistentes visiblemente emocionada y honrada por la investidura.

En su discurso, centrado en la necesidad de aplicar un "combinando ciencia, defensa y compasión" para mejorar las vidas de las mujeres, la profesora repasó su trayectoria profesional tanto en el ámbito clínico de la enfermería como en el académico y detalló los resultados de algunas de sus investigaciones sobre la violencia de género y el feminicidio. "Todos los días me siento inspirada por el coraje feroz con el que las mujeres de todo el mundo se levantan contra su opresión", y esa inspiración la emplea cada día en hacer todo lo posible por ayudar a esas mujeres y para cambiar políticas y prejuicios que permiten esa violencia. Confesó su "pasión por restaurar las ventajas para las mujeres que se han visto en desventaja" por las circunstancias, el contexto y las normas culturales de su lugar de nacimiento, y selló su compromiso con ellas afirmando que "aquellos de nosotros que tenemos el privilegio de no haber experimentado nada de esto debemos trabajar aún más para entender de dónde proviene esa desventaja, y qué supone tener que levantarse contra ella todos los días". De ahí su apuesta por abordar la lucha contra la violencia de género con ciencia, defensa y compasión.

Parte de su trabajo investigador se ha centrado en el trauma provocado por la violencia de género y también en su consecuencia más terrible, el asesinato. Jacquelyn C. Campbell retomó el título de su discurso para apelar al uso de la ciencia y la compasión para encontrar el abuso temprano, evitarlo y disminuirlo, pero también para ayudar a otros colectivos vulnerables como los refugiados. En este sentido, aplaudió la acogida de España a los migrantes del Aquarius: "Sois más compasivos que nosotros, pero sabed que somos muchos en los Estados Unidos los que tratamos de cambiar la postura actual de nuestro país hacia los que buscan asilo huyendo de la violencia en sus países, incluida la de la pareja".

Una obligación ética

Por su parte, María Lameiras defendió el papel de las universidades en la formación de conciencias críticas y señaló que la lección que deben aprender los estudiantes es que "nunca más un cargo o responsabilidad de gestión con la capacidad de tomar decisiones que afectan al bienestar de la ciudadanía deberá ser otorgado a quien no sea feminista", es decir, "a quien no tenga un profundo convencimiento de que trabajar por la igualdad y contra la violencia de género no es una opción política, sino una obligación ética irrenunciable e inaplazable".