La madre que el 17 de septiembre de 2017 arrojó presuntamente a su bebé recién nacido a un contenedor en Ourense -lo rescataron con vida unas vecinas, después de que un hombre lo encontrara por azar, mientras buscaba en la basura- está un paso más cerca del banquillo. La magistrada que lleva el caso, la titular de Instrucción 3, Eva Armesto, ha dictado el auto de procesamiento contra Estefanía D. A. G. y establece dos alternativas de delito: el de asesinato en grado de tentativa, en la modalidad de alevosía de desvalimiento -el aprovechamiento de una especial situación de desamparo de la víctima, como en casos como este de menores de corta edad, ancianos debilitados, enfermos graves, personas desvalidas, o drogadas o dormidas-, o bien el delito de homicidio en grado de tentativa. La juez procesa a la madre y además ratifica la medida cautelar de prisión preventiva. La investigada lleva desde el 17 de noviembre entre rejas.

La causa se sigue por el procedimiento del sumario, que es el trámite requerido en los casos graves, cuando la pena posible supera los 9 años. La mujer se enfrenta a entre 7,5 y 15 años por el intento de asesinato del pequeño. La duración de la condena dependerá de las agravantes que aprecie el fiscal. El turno de la acusación llegará con el auto de conclusión de sumario, la siguiente resolución. El juicio se celebrará en la sala de lo penal -sección 2ª- de la Audiencia Provincial de Ourense.

La mujer, de 29 años cuando ocurrieron los hechos, y madre de otros tres hijos menores, presuntamente metió a su hijo recién nacido en una bolsa de plástico para depositarlo en un contenedor de basura, consciente de cuál sería el final del pequeño si nadie lo rescataba. La encausada cuenta con antecedentes por robo y hurto, según la Policía.

Según indicaron en su día fuentes próximas al caso, durante su declaración en comisaría reconoció que había dado a luz al niño abandonado y que se había agobiado al conocer la noticia de que iba a a ser madre por cuarta vez. La Policía Nacional de Ourense detuvo a la sospechosa el miércoles 15 de noviembre, a las 13.00 horas, cuando regresaba de dejar a sus otros hijos en el colegio, de vuelta a su domicilio de la calle Río Sil, a solo 80 metros del contenedor en el que apareció el recién nacido, en la calle Río Bibei.

La búsqueda se inició investigando a las mujeres embarazadas del barrio. El radio se amplió primero al resto de la ciudad y posteriormente a toda la provincia. Fue clave el ADN. Los agentes registraron la vivienda y recogieron muestras de un colchón y de otros materiales para confirmar que Estefanía arrojó presuntamente a su bebé al contenedor tras dar a luz en casa aquel domingo 17 de septiembre. Depositó a su pequeño en el cubo todavía con el cordón umbilical y la placenta.

La Xunta tuteló al bebé, que fue acogido por una familia en un primer momento, tras 8 días de ingreso en neonatos del CHUO hasta que ganó el peso óptimo (había nacido a las 37 semanas de gestación con poco más de dos kilos). Además, la administración autonómica asumió la custodia provisional de los otros hijos menores de la investigada, que tenía entre 2 y 9 años. Tras los hechos fueron acogidos, todos juntos, por un matrimonio de O Carballiño.

El bebé abandonado en el contenedor volvió a nacer gracias a que José Manuel Camiña, un vecino de Covadonga, lo encontró en una bolsa mientras rebuscaba en la basura. El hombre alertó a una pareja que pasaba por la zona. Las mujeres que lo rescataron, Saray Iglesias y Justa Rodríguez, explicaron que al sacarlo del contenedor el pequeño respiraba con dificultad y todavía tenía el cordón umbilical unido a la placenta. El bebé presentaba también un brazo amoratado y un ligero rasguño en la cara. Una matrona que se encontraba en el lugar en el momento en el que apareció el recién nacido se encargó de practicarle los primeros auxilios, entre ellos pinzarle el cordón umbilical.

En un primer vistazo, y ante la inmovilidad que presentaba el niño, los rescatadores -testigos clave en la causa- se temieron que ya estuviera muerto. "Pero me acerqué y vi que respiraba", dijo Saray Iglesias. Y apremió a su marido Rodrigo Pereira: "Diles que apuren, aún podemos salvarlo". No se atrevían a tocarlo por temor a hacerle daño: "Pensamos que podía tener algo roto". Para entonces, Justa Rodríguez, propietaria de un bar de la zona, ya estaba en el lugar y animó a la joven a dar el paso. "Ella me impulsó y entré en el contenedor", recordaba. Saray Iglesias rescató al fin al niño del fondo del cubo de basura: "No reaccionó hasta que lo cogí en brazos y emitió un quejido leve". Aunque ellos fueron los que rescataron al bebé, reconocía que el aviso de Camiña fue determinante: "El niño no lloraba. Si él no lo ve, nadie lo hubiera salvado".