Los Presupuestos Generales del Estado y las movilizaciones sindicales hablan de números. Detrás de las cifras, están las personas. Jubilados y pensionistas héroes anónimos como Paz, perceptora de una pensión de viudedad "mínima" que le obliga a convertirse cada mes en la mejor ministra de economía. José Luis, jubilado del metal. Juan Francisco, que tras cuarenta años trabajando y cotizando, cobra más por su pensión en el extranjero, donde solo estuvo dos lustros que por los treinta que trabajó en España contribuyendo en ese tiempo a llenar la hucha de las pensiones.

Entre los rostros, muchos de ellos de parados o jóvenes solidarios con la situación de sus padres y abuelos, había ayer también pensionistas sin miedo, manifestándose. Algunos además exsindicalistas, como Pepa Barreira. "Vengo a defender los derechos de todos los pensionistas, y en especial los de la mujer, porque la precariedad en la que hemos caído las hace aún más vulnerables", denuncia.

Y la precariedad laboral además, no ayuda a que las cosas puedan mejorar en un futuro, porque como señalaba ayer el secretario comarcal de la CIG, Anxo Pérez, "el empleo actual en la provincia es cada vez más precario de modo que pese a haber subido a 102.000 cotizantes en el año 2017, es decir 2.000 más que en el año anterior, se han ingresado 70 millones de euros menos desde la provincia en las arcas de la Seguridad Social".

Eso quiere decir que la precarización de los salarios, aun cuando se den cifras en ocasiones de ligera subida de la empleabilidad, son engañosas. "Puede haber más contratos, pero los salarios son tan malos que esas personas cotizan a la baja a la Seguridad Social" , apunta.

Con ese cuadro, los pensionistas de la provincia de las pensiones, es decir donde hay 1,6 personas cobrando una pensión por cada cotizante, Ourense amenaza con seguir siendo la provincia con más abuelos que viven en precario.