"Joven aguador" es un mozo de cara pícara que sirve agua en una copa. Su mirada se dirige al espectador con el que juega a través de sus ojos. El cuadro, atribuido a Antonio Puga (Ourense, 1602-Madrid, 1648), es una obra hasta ahora inédita que los propietarios de una importante colección madrileña ponen a la venta a través de Subastas Fernando Durán.

La puja se celebrará el próximo 11 de abril en Madrid con un precio de salida de seis mil euros, pero antes podrá visitarse en la salas de la subastadora en la madrileña calle Velázquez. El cuadro es un óleo sobre lienzo con unas medidas de 72x75 centímetros, de género costumbrista, y se encuentra en buen estado de conservación.

Víctor Marco, doctor en Historia del Arte y experto en pintura antigua de Fernando Durán, afirma que esta puja representa una "buena oportunidad" para adquirir una pieza de las características del "Joven aguador", ya que la producción de Antonio Puga es muy escasa y rara vez salen obras suyas al comercio. Su obra está expuesta en los museos más importantes del mundo, pero ninguna pieza en Ourense, por lo que la puja podría servir también para traer a su ciudad natal una representación de su pintura.

La única obra firmada por Antonio Puga es "San Jerónimo", conservada en el Museo Bowes en Barnard Castle, Inglaterra. Además, en el reverso de la "Magdalena penitente", del Paul Getty Musem, Malibú-California, se aprecia la inscripción 'PVGA', aunque ya no puede verse porque el cuadro ha sido reentelado. Entre el resto de obras atribuidas está el "Soldado muerto", en la National Gallery de Londres, y otras pueden verse en los museos de Copenhague, Kunsthistorischen de Berlín, Puerto Rico, Croker de Sacramento-California, Chicago, Carolina del Norte, Vigo o Museo de Pontevedra.

El pintor, hijo de un sastre de su mismo nombre y de Ynés Rodríguez, está considerado como el primer artista de Galicia "verdaderamente notable", pero también ha sido un gran desconocido en Ourense, donde una calle le recuerda en el barrio de O Couto. Su reconocimiento fue posible gracias a las investigaciones de María Luisa Caturla, su principal biógrafa y estudiosa.

A pesar de que lo habían catalogado como discípulo de Velázquez, Víctor Marco incide en que la propia Caturla "lo vincula con el yerno de Velázquez, Juan Bautista Martínez del Mazo, al que se sabe que trató en vida". Pero lo cierto es que algunas de las obras atribuidas a Puga habían sido asignadas primero al pintor sevillano. Es el caso de "La madre del pintor", perteneciente a los fondos del Museo del Prado pero actualmente depositada en el Museo de Pontevedra. El experto en pintura antigua, Víctor Marco matiza que si bien Antonio Puga imitó muy bien a Velázquez, tal y como apuntó Ceán Bermúdez al redactar su biografía, "este discipulado no se pudo documentar".

Lo que sí se sabe con certeza de Antonio Puga es que nació en Ourense y que se relacionó con la pintura cortesana del siglo XVII. A pesar de que la mayoría de la producción pictórica de la época era de temática religiosa y muchos artistas no abordaron otros géneros, Puga sí lo hizo acercándose a la pintura costumbrista, destaca Víctor Marco. "Es muy raro que la pintura española del siglo XVII abordara el costumbrismo porque el género estrella de la época era la pintura religiosa", añade. El lienzo que sale a subasta, "Joven aguador", es un ejemplo y reúne las características que sitúan al pintor ourensano tras el lienzo.

En la temática costumbrista, explica, "son muy populares las obras que pintan a jovencillos pícaros". Murillo o Villavicencio son dos exponentes, pero también Antonio Puga, que ofrece "una pintura muy cercana", como la escena del aguador en la que el niño mira con picardía directamente al espectador mientras sirve agua en una copa. "A nivel técnico, el cuadro presenta todas las características de la obra de Puga", explica el experto de Fernando Durán, "porque a diferencia de lo que hacía Velázquez, o los pintores flamencos, y holandeses Puga presenta a sus personajes en un espacio totalmente indefinido, sobre un fondo negro, en este caso de color negro, en el que falta cualquier tipo de indicación de espacio y de lugar; simplemente la figura realizando la acción, sirviendo agua", detalla el experto. Los ragos fisionómicos del mozo son los "típicos de la producción de Antonio Puga", que al dirigir la mirada al espectador "hace una interlocución entre la pintura y el espectador que hace la pintura muy atractiva, por ese juego de miradas entre el niño y la persona que observa el cuadro".