-¿Hay olvidos lamentables?
-Nadie conoce a la almirante de Pontevedra Isabel Barreto, a pesar de que recorrió todo el Pacífico con cuatro galeones el doble de grandes a los que llevó Cristóbal Colón. ¿Por qué no hay un monumento en el puerto de Vigo dedicado a esta señora? ¿Por qué continúa siendo una gran desconocida? ¿Por qué no aparece en los libros de texto de nuestras escuelas? Y esto ocurre con una lista de nombres que abarca a más de la mitad de la humanidad, porque hay bastantes más mujeres que hombres. No podemos prescindir de más de la mitad de la humanidad así como así, porque le ha dado la gana a unos señores.
-¿Considera que las manifestaciones multitudinarias del día 8 de marzo tendrán consecuencias?
-Por supuesto que van a tener consencuencias. Pero donde tiene que enraizar es en la mente del hombre, si no seguimos en el mismo disparate. Por lo tanto, yo me siento muy feliz por el hecho de ser hombre y de manifestarme en estos términos, desde el sexo masculino. Yo ya he cambiado el chip desde hace mucho tiempo, porque en mi casa, mi madre nos educó de una manera determinada. Todos mis hermanos somos cocineros, trabajamos en la casa, ayudamos en la casa, ponemos lavadoras, cocinamos, porque lo hicimos desde pequeñitos, desde niños. De todas formas, en mi propia familia se ha producido una discriminación terrorífica. Somos nueve hermanos, cinco hombres y cuatro mujeres. Cuatro hombres estudiaron carreras difíciles y caras para la época, incluso fuera de España, y a las hermanas mis padres no les dieron estudios. Yo ya he vivido en mi propia casa una diferencia de clases de género terrorífica. Mis hermanas tenían un diseño propio desde casa, por lo que tenían que ser casaderas o seguir con los negocios de mi padre. Eso respondía al perfil medio de la sociedad, a nivel general. Pero a mí me sorprende que mis padres, que eran un tanto atípicos, no hubieran roto ese esquema.
