Laza vivió un año más una total catarsis colectiva en el día grande del calendario de entroido de este Concello de la comarca de Verín, en Ourense, cuya capitalidad, con una población habitual, de unos 450 vecinos, se multiplicó ayer para recibir en solo 24 horas a más de 15.000 visitantes, muchos llegados de los países más variopintos, que libraron desde la mañana la batalla campal de "A Farrapada" , lanzamiento de trapos envueltos en barro y cañonazos de harina y de hormigas encolerizadas con vinagre, para disfrutar de este entroido considerado uno de los diez más antiguos y "enxebres" del planeta.

Desde primera hora de la mañana, el escueto casco urbano de la capitalidad de Laza, estaba cerrado al tráfico, y los miles de turismos y caravanas estacionados por "leiras" carreteras y caminos rurales, dibujaban un reguero de kilómetros que llegaba hasta algunas de las restantes localidades cercanas del municipio.

La primera cita matutina fue en la Plaza da Picota, epicentro del Entroido lazano, donde miles de personas participaron de "A Farrapada" , la primera batalla campal en la que los participantes, sin guión ni reparto previo de papeles, se fueron arrojando "farrapos" o trapos que previamente iban embadurnando de barro, con una única norma no escrita: cualquier parte del cuerpo del enemigo del equipo contrario puede ser diana, menos el rostro.

Fue la primera liberación de adrenalina de este Entroido, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, al igual que la de sus personajes sagrados "Os Peliqueiros" señores del Entroido que imponen su ley estos días en el municipio.

Desde un mes antes, en toda la comarca del llamado "Triángulo Mágico del Entroido" que integran los municipios de Laza, Verín y Xinzo, no hay una plaza libre de hotel ni hostal. Incluso algunos vecinos de las 21 parroquias de Laza alquilan habitaciones o dejan sus bodegas y antiguos corrales, para que aquellos que han sobrevivido a esta hecatombe ancestral pasen la noche ó el día, , si la fiesta se alarga.

"Este año tenemos alumnos de Etnografía de muchos países del mundo, que nos trae la Universidad de Vigo y ya pasaron medios de comunicación de toda España; el rector de la Universidad de Nueva York era un asiduo y hasta la revista de la compañía United Airlines, vuelve a recomendar a sus viajeros como lo mejor que hacer en el mes de febrero, venir al Entroido de Laza", explicaba orgulloso ayer el alcalde José Ramón Barreal, mientras aguardaba su turno para comer en una de la tres únicas tabernas que funcionan estos días en Laza.

Tras recobrar fuerzas, parroquianos y visitantes, se fueron preparando para recibir en horas de la tarde "A Morena" una cabeza de vacuno con cornamenta de madera que azuzan los vecinos y que "entre lusco e fusco", ese horario que solo sabe interpretar un buen gallego, baja de Cimadevila, para embestir en especial, a las mujeres. Es un personaje que los mil y un historiadores y ensayistas que han tratado de buscar significados a este carnaval, que ha pervivido siglos puro y oculto entre las montañas de Laza, ven como un pasaje más de una fiesta que fue en su origen de despedida del solsticio de invierno, y purificación de las cosechas y, tras la cristianización, que puso togas y mitras a los cultos paganos, se convirtió en una ruptura de todo lo políticamente correcto, para prepararse luego a las duras restricciones carnales de doña Cuaresma.

La "Baixada de A Morena" fue en realidad esa segunda subida de adrenalina colectiva del día, mientras "Os peliqueiros", mantenían con sus bailes y trajes de pesadas "chocas" en la cintura, y sus látigos, en orden a la multitudinaria parroquia que esperaba protegida con chubasqueros e incluso gafas de buceo, el lanzamiento de harina y hormigas rabiosas dispuestas a salir del saco, para "comerse" literalmente a mordiscos, a la enloquecida parroquia mientras otros lanzaban al aire kilos cientos de kilos de harina a cañonazos.