El embarazo de alto riesgo de Beatriz Rodríguez Yáñez había llegado a término cuando el 7 de diciembre de 2016 acudió al servicio de Ginecología y Obstetricia del CHUO para realizar un test basal. Le extrañó que ese día, por primera vez en todo el proceso, no pudo oír el latido del bebé pero le dicen que todo está bien. Antes de entregar los resultados en urgencias ginecológicas va al baño y detecta un flujo amarillento por lo que alerta a la enfermera. Una nueva exploración dispara las alertas. Apenas habían pasado 20 minutos del basal pero de repente no hay latido.

Así empezó hace 13 meses un drama para el que Beatriz y su compañero Diego Rodríguez Pérez nunca estuvieron preparados y para el que todavía no tienen respuestas. A día de hoy, el Instituto de Medicina Legal de Galicia, Imelga, no les ha remitido el informe de la autopsia. El propio Juzgado de Instrucción número 2 de Ourense realizó hace un mes un requerimiento para que dicte dicho informe o explique las razones, si las hubiera, de por qué no lo ha hecho.

El retraso de esta prueba, que la letrada María Álvarez, del despacho Estrado Abogados de Ourense, considera excesiva, mantiene en situación de sobreseimiento provisional las diligencias previas incoadas el 9 de diciembre de 2016 en el citado juzgado. Explica la abogada que los resultados del examen forense son necesarios para conocer si ha existido una negligencia médica susceptible de responsabilidad penal por delito.

Entretanto, la perjudicada ha interpuesto una reclamación patrimonial cuya resolución deberá esperar al pronunciamiento judicial definitivo. La cifra de partida es de 500.000 euros en concepto de indemnización para la pareja por los daños y perjuicios tanto por la pérdida de su hija al término de la gestación como por la "falta de supervisión durante el embarazo de riesgo". La reclamación incluye lo que la representante legal califica de "atenciones nefastas y atropelladas en el parto" y la grave infección posterior que sufrió la paciente que requirió intervención quirúrgica. Todo ello, afirma María Álvarez, "ha ocasionado secuelas a nivel físico y psíquico en Beatriz, así como la pérdida de una hija para ella y su pareja, y una nieta para los otros tres reclamantes".

El padre de la niña, Diego Rodríguez, describe con horror y todavía conmocionado las terribles horas que se sucedieron a la noticia de la muerto del feto. Tras un intento fallido de inducir un parto natural en el que solo alumbró la cabeza, el equipo médico practicó una cesárea también fallida por la imposibilidad de extraer el feto. Finalmente, según el relato del padre, se vieron obligados a finalizar por la vía vaginal realizando una distocia de hombros. "Y sin preguntarnos, nos enseñaron el bebé a toda la familia", lamenta el padre.

Pero el drama no terminó ahí. Beatriz sufrió una infección grave que derivó en una intervención "de 9 horas de quirófano porque fue necesario extraer los órganos para limpiar la infección".

Examinados los hechos y el historial médico de la paciente, la abogada María Álvarez considera que "existe una relación de causalidad clara, directa y sin interferencias entre la negligente actuación de los servicios sanitarios y el resultado lesivo acontecido".

El padre del bebé, Diego Rodríguez, afirma que un año después no se han recuperado del golpe: "Psicológicamente no estamos bien, ni siquiera sabemos qué paso, por qué murió nuestra hija; nos merecemos una explicación", apunta.

El caso de Beatriz era un embarazo de alto riesgo de libro, en su historia concurrían seis de las causas más habituales para esta clasificación, entres ellas diabetes gestacional, obesidad mórbida, amenaza de parto prematuro y un aborto espontáneo anterior de mellizos. La gestación fue seguida en el hospital de Verín pero "no se llevó como tal", explica Diego. Determinadas pruebas "no se realizaron ni pidieron que se realizasen en Ourense", añade la abogada. Las de nefrología, por ejemplo, deberían haberse hecho en torno a la semana 24, pero no se pidieron hasta mucho después, cuando ya era tarde. Tampoco se le administró la vacuna contra la tos ferina.