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Un reflejo de Ourense a través de sus castros

Cerca de 60 poblados arqueológicos muestran el pasado de nuestra provincia

Las muestras arqueológicas pueden llegar a ser incontables en Ourense a lo largo del tiempo, pero hasta ahora son casi 60 castros los que se asoman a la superficie terrestre más de 2.300 años después de ser elevados. Estos yacimientos primitivos dan fe de los modos de vida de la gente de la época, seres como nosotros que ocuparon en su día el suelo que hoy pisamos mucho tiempo después. Algunos de los más interesantes para visitar son los siguientes:

| Castro de San Millán (Cualedro): Esta construcción data de la Edad de Hierro, aunque, según los estudios, fue habitada de nuevo por los tardorromanos, pertenecientes al período comprendido entre los siglos III y V d.C.. Está conformada por un conjunto de tres recintos de murallas de piedras grandes y unidas sin argamasa, con base rectangular, y elevadas sobre una de las laderas de la Sierra de Larouco. A lo largo de su existencia, se fueron hallando materiales de cerámica o bronce, así como diversas distinciones militares. Cuenta con un camino de acceso para su visita y se encuentra actualmente en buen estado.

| Castro de Castromao (Santa María de Castromao - Celanova): El origen de su parte más elevada, que presenta una apariencia circular, se remonta también a la Edad de Hierro -desde los siglos VI o V a.C.-. Por otro lado, en las zonas más bajas, rectangulares todas ellas, se asentaron tiempo después los romanos, y lo hicieron hasta el III d.C.. Sin embargo, hubo que esperar al 1875 para descubrir el lugar tal y como se puede ver en el presente. Se encuentra encallado en un monte de la localidad homónima, separada por dos kilómetros del núcleo de Celanova. Las excavaciones permiten referenciar la existencia de más de 70 habitáculos; estructuras defensivas alrededor, como murallas o muros de contención -con una longitud de 485 m-; e, incluso, una calle de piedra en un total de 20.000 metros cuadrados de superficie. En el enclave, aparecieron sobre todo cerámicas, restos de un horno para cocer tal material, un tesoro de monedas del siglo I guardado en una vasija de barro, un trisquel calado -símbolo con tres espirales unidas- o, incluso, la figura de un simio encogido y sentado, con las manos agarrando la cara.

| Castro de Armeá (Santa María de Augas Santas - Allariz): Este yacimiento arqueológico nos traslada a los siglos IV-III a.C. y hasta el IV d.C. Se trata de la mayor excavación del sur de Galicia, y hace tan solo 6 años que se retomó el sondeo, pues había estado abandonado desde 1957. El aspecto actual es el de un poblado romanizado con calles pavimentadas, canales de agua, red de saneamiento, pórticos o casas de dos pisos, entre otros elementos. En su origen, el sitio estaba fortificado por una muralla de 3 o 4 metros. Una de las piezas más curiosas aquí encontradas fue "El guerrero alaricano", un raspador para pieles sobre el que se había dibujado un ser antropomórfico, con el pelo encrespado, portando un arma.

| Castro de San Cibrao de Las (entre Punxín y San Amaro): Este enclave primitivo recibe también el nombre de A Cidade y es uno de los más grandes de Galicia junto con el de Santa Tecla, en A Guarda (Pontevedra). Nuestros ascendientes residieron aquí desde el siglo II a.C. hasta el II d.C., aunque, según las investigaciones, se cree que también pudieron invadir el emplazamiento otras generaciones posteriores. Se sitúa exactamente al lado del cerro de San Trocado y se erige en dos espacios concéntricos, con diseños elípticos y rectangulares, que llenan un total de 95.900 m² flanqueados por murallas. La actividad económica de los primeros pobladores de este castro radicaba en la cerámica, en la minería, en la agricultura -a través de la bellota, aprovechada para elaborar harina- o en el textil -se encontraron aquí pesas de telar (pieza que hace peso para tensar los hilos de un telar, máquina de tejer) o fusayolas (instrumento manual que se usa para hilar)-.

| Castro de Santomé (Ourense): Se localiza al lado del río Loña, limítrofe con Pereiro de Aguiar y a 3 kilómetros de Ourense capital. Su ocupación se produjo desde el siglo I a.C. al II d.C.. Sus muros trazan formas redondeadas y rectilíneas, y destaca un torreón a través del cual se entraba en el el área. Este descubrimiento arqueológico tiene de especial que en él convivieron coetáneamente -durante el I d.C.- dos culturas muy dispares: en la fortaleza de la parte más elevada, pasaron sus días los pueblos celtas de la Edad de Hierro; y en la llanura, se cimentó una villa galaico-romana.

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