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La isla de los "Orense"

Cerca de 6.900 habitantes de Filipinas llevan como apellido el topónimo castellano de la provincia - En el archipiélago del Pacífico también existen calles "ourensanas"

Listado de sobrenombres de origen hispano con la inicial "v" a escoger por los filipinos. // FdV

Más de 11.000 kilómetros y un vuelo de 18 horas y media. Esa es la distancia que separa Galicia de Filipinas, pero realmente el archipiélago asiático no queda tan lejos. Allí conviven 6.896 personas que comparten con nosotros algo tan curioso como el topónimo castellano de nuestra provincia: "Orense", que ellos portan en su apellido. Este fenómeno tiene su raíz en una resolución datada de los últimos años de la colonización española de las islas asiáticas, asedio que se prolongó durante tres siglos desde el 1564.

Decreto de Clavería

El 23 de noviembre de 1849, el gobernador y capitán general de Filipinas por entonces, Narciso Clavería y Zaldúa, imponía un decreto -el Decreto de Clavería- que obligaba a los indígenas de las islas a llevar un apellido español o uno deletreado en ese mismo idioma como Veiga, Larra, Valverde, Venegas, etc. (también se incluían palabras derivadas como Villafuerte, Lectura, Hidalgo, Loco, Lánguido, Escritor, Evangelista, Jurisprudencia, Maestro, Buensuceso o Buey, entre otras tantas). Se exentaban de la imposición aquellos que poseían un sobrenombre prohibido o muy común, y, a su vez, extendido en cuatro generaciones.

El objetivo del regidor era el de identificar a los miembros de las diferentes familias del país y elaborar listados reglados para, principalmente, cobrarles a todos ellos los cinco impuestos decretados por el gobierno español -en segunda instancia, para conocer el movimiento poblacional, regularizar los servicios personales o evitar las traslaciones sin autorización, las ocultaciones y demás abusos-. Para el caso, se le facilitó al gobernador una lista de 60.662 apellidos españoles -el "Catálogo alfabético de Clavería" (que no seguía el abecedario de forma estricta)-, para que este repartiera por los diversos pueblos de su territorio. El listado no incluía las letras "i" (se usaba "y"), "k" y "w" (no estaban presentes en el alfabeto español) y "x" (cambió a "j", como, por ejemplo, en Jiménez) -. A partir de ahí, los padres de familia o los más ancianos serían los encargados de escoger uno de ellos para atribuírselo a sus allegados. Pero el proceso se convirtió en una empresa de mucha dificultad y, a día de hoy, no está claro si la mayor parte de las personas acabaron transformando o no su apellido de pila. Su aplicación varió de pueblo en pueblo. Dos provincias al menos completaron el cometido: Camarines (ahora, Camarines Norte y Camarines Sur) y Tayabas (ahora Quezón). En el otro extremo, Laguna, donde apearon por completo la ordenanza de Zaldúa. Algunas tierras, curiosamente, adoptaron sobrenombres con una misma inicial para todos ante tal acopio de opciones, como el municipio de Oas, en la provincia de Albay, donde se optó por la "r": Roa, Reburiano, Rabajante o Relleve.

Lo que sí fue evidente fue que el proceso proporcionó una administración más equitativa para los filipinos y más rentas para los españoles. Sin embargo, los oriundos se encontraron con un problema: la imposibilidad de establecer una filiación con los familiares de generaciones anteriores, quienes, obviamente, no se habían sometido a Clavería.

Se desconoce si "Orense" figuraba realmente en esa relación de apodos castellanos, pero nadie confirma lo contrario y bien podría discernir la duda planteada.

La gran mayoría de estos apellidos aplicados a los nativos del siglo XIX siguieron en pie a lo largo del tiempo, incluso después de la independencia de Filipinas de España el 12 de junio de 1898 tras la derrota del gobierno ante las fuerzas estadounidenses en la batalla de Cavite -el "desastre del 98", año en el que nuestra región cedió también Cuba, Puerto Rico y Guam a los Estados Unidos-. Pues en ese momento, buena parte de los afectados por el decreto se vieron obligados a americanizarse en el habla y en sus identidades, convirtiendo estas al inglés.

Con todo, un inmenso porcentaje de los filipinos resistieron a ese segundo cambio. Esto explica que a día de hoy, más del 90% de los apellidos presentes en el archipiélago del Pacífico sean de origen español. Así, tenemos, por ejemplo, a Emilio Aguinaldo, presidente de la primera república; al exregidor Fidel Ramos Valdés; o a Paulino Alcántara, médico y primer jugador memorable del Fútbol Club Barcelona.

Los "Orense" por el mundo

La República de Filipinas se lleva la palma en cuanto a la expansión del apellido "Orense" se refiere. Pero el topónimo viaja por otros veintidós países repartidos por todo el mundo -no existiendo nadie que lleve "Ourense" en su ficha personal-. El segundo lugar donde más tocayos residen es Arabia Saudí, con 192. Y es que alrededor de un millón de filipinos viven en esta zona por cuestiones de trabajo -dos millones lo hacen en el resto de Oriente Medio-.

En el tercer puesto, se sitúan los 176 de Venezuela. Debajo, España, que, curiosamente, también acoge "orensanos", a 150 concretamente, localizados en La Rioja, Burgos, Córdoba, Cádiz, Bizkaia, Madrid y Barcelona. Detrás de la centena, se encuentra Argentina con 75, uno más que los Estados Unidos. Menor es el número en los Emiratos Árabes Unidos (31) y Canadá (27). En la cola, Singapur, México y China, con 2; y Australia, Nueva Zelanda, Ecuador, Baréin, Catar, Brasil, Noruega, Malasia, Hong Kong, Grecia y Papúa Nueva Guinea, con 1 sola persona.

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