A José, vecino de Queirugás en Verín, el pueblo que obligó la Xunta a activar el nivel 2 de alerta al acercarse peligrosamente el fuego al núcleo habitado, no se le olvidará noche del pasado jueves. Decidió adentrarse en el monte, para tratar de salvar las colmenas, cuya miel dedica luego, tras cada campaña de recogida, a la venta.

Pero las colmenas estaban alejadas del pueblo y se vio rodeado por las llamas. Su teléfono móvil, desde el que llamó a un vecino y la rápida intervención de una brigada consiguieron rescatarlo.

También desaparecieron devoradas por las llamas muchas de las plantaciones de olivos, como la que Manuela tenía en Queirugás, y con cuyas aceitunas que venden para lograr aceite, algunos vecinos tratan de conseguir una fuente de ingresos extras en el rural.

"Fue horrible; las llamas eran altísimas, todo estaba oscuro y y el fuego iluminaba nuestras casas, pero el incendio nos dejó sin luz eléctrica, no teníamos forma de bombear el agua de los pozos, y la que nos llega de la traída es muy escasa. Lo pasamos fatal", se lamentaba ayer Dolores, una octogenaria de Queirugás, zona en la que el fuego lamió literalmente los terrenos próximos a casas, sin que por suerte, hubiera daños personales.

Dolores reconoce que "somos pocos vecinos, y mayores, los jóvenes están trabajando fuera y no pegamos ojo en toda la noche, porque de vez en cuando volvía aparecer un foco donde ya habían apagado".

Castaños centenarios, árboles frutales, plantaciones de vides para cosechas particulares. Fue solo una pequeña parte del saldo natural que se llevó el fuego en Vilardevós y Verín. "Luego queda lo otro, abrir la ventana por la mañana y ver que el paisaje verde ha desaparecido. Se volvió a repetir lo que nos había ocurrido ya hace cinco años, porque todo está lleno de maleza", explica Carmen García, vecina de Osoño en el concello ourensano de Vilardevós

Enclavado en una vaguada, el fuego llegó a Osoño desde Queirugás, bien entrada la noche del jueves, pasó a las zonas de Devesa, Fraira donde los vecinos, ayudados por brigadistas salieron a aplacar con furia las llamas que se acercaba a su casas. El que peor lo pasó esa noche en Osoño fue José Alvarez, porque su casa está alejada del centro del pueblo, cerca del monte. Finalmente quedó indemne, pero el fuego arrasó el monte mancomunal de A Portela. "Los vecinos habían hecho una fuerte inversión para hacer cortafuegos hace poco, pero se perdió la plantación", explica una vecina.

Por su parte Carmen cree que "se tardó en actuar porque se centraron en la autovía y desde que vi el fuego en Vilamaior, Verín, hasta que detectamos el primer medio aéreo de extinción pasó un tiempo y hay muchos pinos, piñas secas que facilitan mucho la propagación del fuego".

Explica que la Guardia Civil permaneció varias horas en Osoño, ante la posibilidad de tener que evacuar a los vecinos. "Teníamos mucho miedo al cambio del viento, entonces podría ser terrible. Como en Portugal", afirma una vecina de Devesa.

El alcalde de Verín, Gerardo Seoane, lo tiene claro "ayer se lo dijo la conselleira. "Aquí los montes están repoblados de pinos, una sobrexplotación de una especie que no es propia de la zona, que están absorbiendo el agua del subsuelo, lo que unido al calor y y la sequedad, y estos días al viento, convierten esta comarca en una zona y muy fácil para los pirómanos".

Cree que la contratación de brigadistas sin preparación específica y medios suficientes y la suciedad de las fincas, no es el método para atajar este problema. "Son muchas cosas; primero hay que tener todo limpio y luego dotar equipos fijos y preparados en la zona".