"La comida está puesta para las tres, pero como decimos en México, supuestamente", bromeaba Toño, el encargado de la casa de los Vázquez Raña mientras recibía a algunos de los invitados que iban llegando a la mansión, ya cerca de las 14.45 horas. Aún quedaba gente por llegar a Avión y no cerraría las puertas hasta pasadas las cuatro y veinte de la tarde.

Puntuales o no, los asistentes tuvieron la oportunidad de degustar un menú que tuvo pulpo, croquetas, oreja, rabo y jamón como entrantes. A los que siguieron los mariscos: percebes, nécoras, gambas y cigalas. Tras la mariscada se sirvieron un pescado y una carne, rodaballo salvaje y solomillo. El toque dulce lo puso un variado de postres gallegos, así como un surtido de licores.

Se cumplía así, lo que adelantaba el alcalde de Avión, Antonio Montero Fernández, a su entrada a la casa: "En este tipo de fiestas, cuando están aquí suele gustarles disfrutar de la cocina gallega y española, y esos son los platos que se suelen ofrecer", explicaba por su experiencia en eventos anteriores, en la casa de los vecinos más célebres del concello.

A parte de la familia que ya se encontraba en la casa, al igual que el gran amigo de Olegario Vázquez Raña, Carlos Slim, la sexta fortuna más grande del mundo, Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español era de los primeros en presentarse, cerca de las 13.30 horas. Le siguió poco después el abogado, político y empresario mexicano Miguel Alemán Velasco, hijo del expresidente de la república azteca, Miguel Alemán Valdés. No tardaron en aparecer tras Alemán Velasco, Manuel Gómez-Franqueira, presidente de Coren, Florencio Gulías, presidente del Centro Gallego de México, y Serafín Hermida, consejero delegado del Gran Hotel los Abetos de Santiago.

No faltaron a la cita tampoco muchos de los vecinos del pueblo, la mayoría de ellos emigrados en México, como los Vázquez Raña, pero también algún otro que como Gerardo Gabián, escogió Venezuela como destino, además de varios vehículos aparcados en la zona con matrícula francesa.

En el apartado musical, el aperitivo y la comida fueron amenizados por la banda de gaitas de Beariz que repasaron sin descanso el repertorio tradicional gallego desde su llegada a la finca. Sin embargo, las notas gallegas dieron paso a las mexicanas tras el almuerzo, a las que dieron vida un grupo de mariachis, que interpretaron los temas más populares de la tradición azteca.