Una de las cuestiones en las que incidieron el delegado de Cáritas, Ángel Feijóo, así como la directora, María Tabarés, fue en la importancia del equipo humano y, sobre todo, de los voluntarios, en total 557, que "son el gran motor", en la respuesta a las necesidades sociales que existen en Ourense. Un ejemplo palmario es el comedor social, con más de 2.000 personas atendidas, un total de 5.198 beneficiarios, que se completa con 90.611 servicios de comida durante el pasado año.

En acogida integral fueron 845 las personas atendidas, mientras que la cifra de beneficiarios ascendía a 1.154, además de gestionar más de 2.100 solicitudes de atención básica. Mientras que el ropero -entrega de ropa usada- atendía una media diaria de 30 personas, beneficiando a 1.278 a lo largo del año. Así como otros servicios, entre los que se encuentra la atención a menores, la penitenciaria, a las mujeres víctimas de trata, en contextos de prostitución y exclusión social. A los mayores, en el medio urbano, pero sobre todo en el rural, para "paliar la soledad en la que viven", indica Tabarés.

En cuanto al futuro, desde Cáritas se incide en que "no parece un reto importante de futuro seguir acompañando a las personas más desfavorecida en clave de promoción social". De ahí que quiere hacer realidad un programa de acompañamiento educativo que trabaje las potencialidades que tienen en clave de empleo.

También se marca como reto mejorar el programa de vivienda y el de reincorporación social. Que pasa por intensificar la atención social a los jóvenes, que sin hogar, ni apoyo familiar, sin formación, sin vivienda, y a los desempleados de larga duración, que "se sienten expulsados del marcado laboral, y se están haciendo cada vez más invisibles a los ojos de toda la sociedad". Así como apostar por un rural vivo.