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El alumno Casares regresa al Seminario

- Una placa y una exposición recuerdan cómo influyó en el escritor su paso por este centro - Impulsó "El averno", un periódico clandestino del que no se conserva ningún ejemplar

Visita a la exposición sobre la faceta de Carlos Casares como seminarista. // Iñaki Osorio

Carlos Casares ingresó en el Seminario Menor de Ourense en 1952 por deseo expreso de su familia en la que había varios sacerdotes, entre ellos Enrique Pérez Serantes, que fue arzobispo de Santiago de Cuba. Permaneció en el centro cinco años y cursó Humanidades. Pero a pesar del deseo de su madre y de su intento por complacerla, enseguida supo que su vocación no era la vida religiosa. No obstante, el tiempo que pasó en el seminario no fue en vano. Recibió una sólida formación humanitaria y filosófica, y un conocimiento de la literatura grecolatina, que influiría en su vida personal y posterior carrera literaria. "Ese tiempo no fue perdido para Carlos", afirma su hermano Xavier Casares, que ayer participó en el particular homenaje que el Seminario Menor ha querido brindar al escritor al que este año se dedica el Día das Letras Galegas.

El centro descubrió ayer una placa conmemorativa e inauguró una exposición sobre el Carlos Casares Seminarista en colaboración con la Fundación Carlos Casares que incluye su expediente académico, certificados médicos, fotografías en las que aparece con miembros del clero y extractos sobre su pensamiento teológico recogidos en la correspondencia que mantenía con sus amigos. El coordinador de la colección y profesor del Seminario, César Caramés, explica que el pensamiento religioso de Casares estaba vinculado al Concilio Vaticano II, por lo que defendía, por ejemplo, que las misas en Galicia se oficiasen en gallego. El director del Seminario Menor, Lois Babarro, señala la importancia que tiene para el centro el hecho de que Casares forjase aquí parte de los cimientos de lo que sería su vida personal y literaria. Tanto éste como Caramés destacan la especial relevancia que tuvo para el escritor el profesor Agustín Madarnás, profesor de literatura "que le animó a escribir". El docente, octogenario, no pudo acudir al homenaje.

También Xavier Casares corrobora la "gran influencia" que ejerció Madarnás en su hermano, y de hecho aparece mencionado en algunas de sus obras. Durante su estancia en el Seminario, el autor de Vento Ferido, llegó a impulsar "El averno", una publicación clandestina de tres hojas que simulaba un periódico en el que informaba de forma crítica sobre la disciplina seminarista. Madarnás no sólo no le reprobó el gesto, sino que el pedía que lo leyese en su aula. Lamentablemente no se conserva ningún ejemplar de esta publicación.

Al homenaje celebrado ayer asistieron escolares, profesores e intelectuales, además del obispo de Ourense, Leonardo Lemos, y miembros de la Fundación Carlos Casares. La jornada se completó con una mesa redonda sobre el pensamiento religioso del escritor con María Camiño Noia, Andrés Torres Queiruga y Gustavo Adolfo Garrido.

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