Las cuatro denominaciones de origen vitivinícolas de la provincia de Ourense han perdido más de 10,5 millones de kilos de uvas de variedades protegidas por el efecto de las heladas -a las que hay que sumar 2,5 millones más dedicadas al autoconsumo de los viticultores y sus familias-. A pesar de que los datos definitivos no se conocerán hasta la próxima semana, responsables de los consejos reguladores avanzan que O Ribeiro pudo haber perdido 4,5 millones de kilos; Monterrei, 3 millones; Valdeorras, 2 millones; y Ribeira Sacra, 1,5 millones en la comercialización, a los que habría que sumar el producto dedicado al autoconsumo, que representa dos terceras partes. Sin embargo, el sindicato Unións Agrarias considera que se podrían rebasar los 16 millones de kilos en pérdidas. El presidente de la Denominación de Origen del Ribeiro, Felicísimo Pereira, teme incluso que "puedan morir" parte de las vides afectadas, lo que supondría un duro varapalo, porque este tipo de plantas requiere cinco años para estar en plena producción y diez para dar uva de "máxima calidad".
La situación es tan delicada, que la Diputación ha aprobado por unanimidad en el pleno de ayer reclamar la declaración de zona catastrófica. Hay que tener en cuenta que en comarcas como O Ribeiro, los agricultores se dedican al monocultivo de la vid y algunos de ellos pueden perder su renta íntegra anual.
El Ribeiro ha perdido prácticamente el 100% de la producción en la ribera del Avia, en la parte baja, desde San Cristovo a Gomariz. En la ribera del Miño afectó algo al viñedo de la parte alta. Y al resto de la denominación de origen "no la tocó". Felicísimo Pereira estima que esta denominación de origen pudo haber perdido el 30% de su producción: en torno a 4,5 millones de kilos. La media se sitúa en torno a 14 millones de kilos. Pero advierte de que esta zona va a encajar dos años seguidos de malas cosechas -con respecto a la cantidad-, dado que en 2015 la producción cayó a 10,6 millones de kilos.
El presidente del Consello Regulador propone como solución, ante este problema, "estirar las existencias lo máximo que se pueda", para evitar la falta de abastecimiento, que podría terminar incidiendo en una pérdida de mercado.
La Denominación de Origen Monterrei reconoce que "nunca se había producido un accidente meteorológico de tal magnitud" en la zona. Tiene una producción media de cuatro millones de kilos de uva, de los que da por perdidos tres millones. Afortunadamente, ha encadenado dos años con las mejores cosechas de la historia. La de 2016, con 4,4 millones, fue la segunda mejor que ha tenido desde su constitución, por lo que se dispone a reservar vino para atender la demanda de 2018.
Los daños afectan tanto al valle como a la ladera, en todas las variedades de uva blanca y tinta, de los concellos de Oímbra, Castrelo do Val, Monterrei, Verín, Riós y Vilardevós.
La denominación de origen Ribeira Sacra, que cuenta con una producción media de 5,5 millones de kilos, ha perdido 1,5 millones, de los que dedica a la comercialización, a lo que hay que sumar otros 2,5 millones que produce para el autoconsumo. Las zonas más afectadas, con el 80% de pérdida de la cosecha, fueron Quiroga -la más productora-, la ribera del Cabe, en Pantón y Sober, y la parte ourensana de Abeleda y del Bibei (Manzaneda y Trives), según las estimaciones del presidente, José Manuel Rodríguez.
Mientras la denominación de origen Valdeorras no se atreve a realizar una valoración de los daños, que pospone hasta el pleno que va a celebrar el martes, el expresidente, José Luis García Pando, avanza que esta zona pudo haber perdido del 20 al 30% de la cosecha. Los daños se concentran en las viñas de la parte baja de la Rúa y de Vilamartín, que han perdido el 100% de la cosecha. Se ha salvado la producción de las viñas que se encuentran en las laderas.
Esta denominación de origen tiene una producción media de 6,5 millones de kilos, de los que pudo haber perdido 1,5 o 2 millones de kilos.
La denominación de origen de Valdeorras también arrastra el problema de encajar dos años de baja producción. En 2016 solo tuvo 4,5 millones de kilos de uva, dos por debajo de la media histórica, debido al pedrisco y al mildiu.
García Pando lamenta que los productores que tengan las viñas en las zonas bajas "van a quedar prácticamente sin uvas". Y realiza un pronóstico bastante sombrío: "Como no llueva algo en los cuatro meses que faltan para la cosecha, se van a perder también las uvas de la ladera".
