Sin proyección de futuro, el medio rural se vuelve viejo e improductivo. La superficie ocupada por las explotaciones agrícolas en la provincia de Ourense es hoy una cuarta parte de lo que fue hace tres décadas y muchas de las poblaciones que han visto cerrar escuelas contemplan también como las tierras que cultivaron sus abuelos están comidas por la maleza.

En la carretera que sube al lugar conocido como A Chan, en Arnoia (1.002 habitantes), hay un mirador natural desde el que se ve todo el valle del río que da nombre al municipio. El alto ofrece una vista espectacular pero también un golpe de realidad: la superficie labrada en uso ha menguado en los últimos años. Según los datos recogidos por el Instituto Galego de Estadística, IGE, la edad media de la población en este concello supera los 54 años. En 2015 solo se registraron 3 nacimientos frente a 25 defunciones y en dos décadas el padrón ha caído un 17%. En este escenario, que podría ser el de cualquier otro municipio ourensano, la lucha diaria se libra contra el abandono y la despoblación.

Sociólogos y expertos en demografía llevan años alertando del grave problema que afronta Ourense y de la necesidad urgente de reactivar el sector primario. Justo lo que han iniciado 18 profesionales del sector agrario en Arnoia, un grupo de emprendedores que ha decidido tomar la iniciativa y apostar por su tierra. En plena revolución digital, lo que ellos quieren es vivir de y en el rural.

Su 'startup' ha nacido en forma de asociación agrario forestal y la tecnología que necesitan es la misma maquinaria con la que ya trabajan sus parcelas. Todos son profesionales que de forma individual cultivan y sacan rendimiento a fincas pequeñas del municipio, pero el terreno se les ha quedado pequeño. Ese es el problema, explica el presidente de la agrupación, Rafael Cao González, "la media de las fincas no supera los 600 metros cuadrados y nosotros queremos crecer para adaptarnos a lo que demanda el mercado". La gran cantidad de parcelas pequeñas en multipropiedad hace difícil la concentración, por eso han puesto el foco en la enorme masa forestal que rodea el valle. Decenas de hectáreas de monte de titularidad municipal en régimen de utilidad pública pobladas de pino "y con un rendimiento muy bajo", que ellos podrían multiplicar por 15, además de generar empleo, explican. Lo que proponen es disponer de una parte de este terreno en régimen de alquiler y ampliar su actividad agraria.

Vivir de la tierra y allanar el terreno para que sus hijos puedan crecer en ella: "El origen de todo esto está en que cada vez hay menos gente aquí, queremos fijar población y eso solo se consigue haciendo que el monte sea rentable", explica Cao. Su idea supone reinventar el rural pero no a través de una empresa o una cooperativa, sino en forma de una asociación que les haga más fuertes a la hora de conseguir hectáreas para su actividad, optimizar gastos o conseguir subvenciones. En un principio el proyecto arranca centrado en la apicultura y la plantación de viñedo, olivo, castaños y pistacho.

El Concello de Arnoia ya ha dado el vistobueno y la Consellería de Medio Rural también ha trasladado su buena disposición, si bien la tramitación no va al ritmo que el colectivo quisiera. Por el momento, el ayuntamiento ha confirmado el alquiler de 40 hectáreas en A Chan, Novás y A Chaira de San Miguel, pero es la Xunta la que tiene que dar el permiso, cambiar el uso del suelo, y autorizar y licitar la corta. El alcalde, Rodrigo Aparicio, asegura que hay buena disposición por parte de Medio Rural pero pide paciencia al colectivo ya que los trámites de la administración "son algo lentos". En el peor de los casos, la asociación prevé tener preparado el terreno en seis meses.

En A Chan, un terreno repoblado de pinos que antiguamente fue un prado de pasto y en el que todavía quedan los restos de lo que fue una granja, el colectivo quiere plantar viñedo y olivo. La innovación está en el pistacho, un cultivo que ha empezado a introducirse en Galicia y que también sería viable en Arnoia.

El trabajo comenzará en estas 40 hectáreas pero el colectivo se ha interesado también por el alquiler de parcelas de titularidad privada. Para ello, el Concello ha empezado a promover la concentración de montes con una consulta a los propietarios. La asociación explica que se necesita el apoyo del 75% de los titulares para llevarla a cabo y han iniciado una recogida de firmas. Este proceso, de seguir adelante, podría demorarse cinco años.

Entretanto, este colectivo ha tomado las riendas de su futuro en el rural y, si todo va bien, el de las próximas generaciones. Juan Ramón Gentil es apicultor y el mayor del grupo: "Es una estrategia demográfica con amplitud de miras, queremos que el ejemplo haga cultura, y si esto da resultado, el resultado atrae", afirma.