"Nunca toleraría que mi hijo disparase a nadie. Lo llevaría a la Guardia Civil y no vuelve a entrar en mi casa", aseveró ayer M.G.A., el padre del hombre juzgado en la Audiencia de Ourense por disparar a un ladrón que se coló en su empresa de desguaces el 17 de marzo de 2013. En la última y definitiva sesión de la vista, las partes presentaron sus conclusiones. La acusación ve probado que J. J. G. C. "tiró a matar", pese a que el imputado negó los hechos así como haber esgrimido un arma.

La Fiscalía mantuvo la acusación en los mismos términos, dando por tanto credibilidad al relato de la víctima, que sufrió una herida de bala en la zona cervical izquierda y tuvo que estar hospitalizado 4 días. Según su versión, tardó unas 3 horas en ir a un centro sanitario porque no quería dar explicaciones del motivo de su herida, ya que se encontraba en libertad condicional. De hecho en un primer momento fue a buscar cocaína para calmar el dolor. El ministerio público pide un total de 6 años por los delitos de intento de homicidio y tenencia ilícita. El denunciante eleva la solicitud de condena a 18 años y 15.000 euros. Frente a ellos, la defensa aduce que "no hay pruebas condenatorias", ya que no se han hallado ni armas, ni casquillos que corroboren los hechos. También esgrimió que los restos hallados en las manos de su cliente no demuestran que procedieran de un rifle, tal y como él mismo relata -el padre añadió que había tirado petardos por la victoria del Madrid- , o de una pistola ilegal, como defiende la acusación.

Tras la declaración de los peritos, la última prueba pendiente para la segunda sesión celebrada ayer, las partes tomaron la palabra y expusieron sus informes finales. Para la acusación particular J.J.G.C. "tiró a matar" en una actuación marcada por la "alevosía" . "Le dio en el cuello y por casualidad no en zonas vitales", dijo el letrado.

La Fiscalía también ve probado que J.J.G.C. tenía "ánimo verdadero de matar" porque la zona del cuerpo a la que presuntamente apuntó "no fueron las piernas, sino el cuello", una zona que ha calificado como "muy sensible" por la cercanía de órganos vitales.

Sin embargo, el ministerio público aprecia una atenuante de legítima defensa "por agresión ilegítima contra el derecho a la propiedad". No es eximente, porque la versión de la acusación y la defensa coinciden en que en un primer momento la víctima intentó huir. La Fiscalía propone una indemnización de 2.080 euros por las lesiones sufridas y de 3.000 por las secuelas. Al Sergas le corresponderían casi 3.000 euros por los gastos médicos.

Descartan positivo por petardos

Respecto al positivo en la prueba de parafina efectuado en la ropa y las manos del acusado, la Fiscalía suscribe el informe de criminalística de la Guardia Civil, que asegura que el resultado "no se debe a ninguna otra actividad salvo un disparo", descartando que los restos procedan del trabajo en el desguace o del uso de petardos, como sostuvieron los acusados.

En su turno, la defensa, que solicita la libre absolución para el acusado del disparo y el padre (acusado de una falta de lesiones por dar presuntamente patadas al ladrón ) ha insistido en que no se puede demostrar que los restos hallados en las manos procedan de un rifle -dijo haber disparado con la escopeta de su hermano a una silla vieja, el día antes- o una arma corta.

La versión del principal implicado es que "redujo" al hombre que se había introducido en su establecimiento después de perseguirle y hacerle frente, a pesar de que llevaba un destornillador en la mano e iba tapado con un pasamontañas. El presunto autor del tiroteo dice que retuvo al denunciante después de "cogerle por el cuello" y sentarse encima de él para inmovilizarle los brazos. Fue en ese momento, según su versión, cuando el hombre le devolvió el dinero que había sustraído de una caja en el interior del negocio, unos 2.000 euros. La víctima solo admite haber ido a robar un neumático.