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Yoga en las aulas, el antítodo contra la distracción

El CPI Tomás de Lemos de Ribadavia innova en la educación pública gallega aplicando técnicas de meditación en la escuela

La profesora Carmen Peña (de espaldas) en una sesión de yoga durante el recreo en el Tomás de Lemos, de Ribadavia. // Brais Lorenzo

El CPI Tomás de Lemos de Ribadavia es el único en la provincia y de los pocos en Galicia que ha introducido las técnicas de meditación en las aulas con la implicación seria del profesorado. Los docentes se han formado previamente a través de cursos, seminarios y grupos de trabajo con la participación de especialistas que han ido al colegio a ofrecerles su experiencia. La evolución del programa desde que comenzó en 2013 ha sido ascendente y hoy el centro dispone de su propio espacio para el yoga o aula de Convivencia. La profesora de ESO, Carmen Peña Casal, es la coordinadora y asegura que los niños y adolescentes que participan "aprenden a estar relajados y eso repercute en todo lo demás".

Todo lo demás es el rendimiento académico, la tensión ante un examen, la agresividad, los conflictos en el recreo y la amabilidad. "Los resultados son altamente positivos, los profesores observamos una mayor tranquilidad, más atención, más concentración y más tiempos de silencio", explica. Y ellos, los alumnos, consiguen reducir su agresividad y aumentar su empatía.

El yoga llegó al CPI Tomás de Lemos en 2013. Los primeros en practicarlo fueron los alumnos de Secundaria durante los recreos. Viendo que los resultados eran buenos, el centro se volcó con las técnicas de meditación y el profesorado comenzó la formación específica al curso siguiente. "Empezamos hace cuatro años porque algunos profesores ya practicábamos a nivel particular y alguna vez lo habíamos aplicado en la clase con buenos resultados", explica Peña Casal, "de modo que, buscando una manera de ayudar al alumnado con problemas de atención, estrés o agresividad, se nos ocurrió que podíamos impartirlo en el centro como algo más organizado".

El objetivo es lograr la relajación y la atención plena, pero para eso es necesario ser totalmente conscientes del momento presente, liberar la mente y vivir el aquí y ahora. Lo que persiguen los profesores es, precisamente, que sus alumnos cultiven a través de las técnicas de meditación el conocimiento de sí mismos y se reencuentran con su silencio interior. "Intentamos que el alumno sea consciente de su cuerpo, de la respiración y de la mente porque esto les ayuda a reconocer las sensaciones de bienestar y malestar, y a autogestionarse en diferentes situaciones, por ejemplo, antes o durante un examen, en una discusión o conflicto, ante el estrés...", señala Carmen Peña. Dicho de otra forma, que los chavales sean capaces de "desconectar el piloto automático" y adopten una actitud consciente.

El yoga se practica en este colegio de Ribadavia a cualquier hora y en cualquier lugar. Al principio o al final de cada clase durante una media de cinco minutos; en los recreos, y de forma voluntaria, los alumnos se citan en al aula de yoga para realizar sesiones de 15 o 20 minutos. Incluso se practica en las tutorías, desde 10 minutos a 40, en el caso de los alumnos de tercero y cuarto de ESO. Las clases consisten en ejercicios de estiramiento, automasajes y técnicas de respiración y de concentración que les ayudan a identificar pensamientos, preocupaciones y emociones. En tercero y cuarto de Primaria se sigue una rutina de ejercicios diarios de respiración, movimiento, visualización y meditación y, de forma paralela se trabajan las emociones.

En el proyecto se han implicado de forma constante cinco profesores, 200 alumnos de Primaria y 178 de Secundaria. Después de tres cursos aplicando el 'mindfulness', los alumnos se han ido acostumbrando a las rutinas de trabajo y la actividad ha crecido. "La participación en ESO es siempre voluntaria, no se trata de un contenido curricular en una materia específica, entendemos que la aproximación a uno mismo debe ser por curiosidad y deseo interior, y no por obligación", explica la coordinadora. La acogida es "notoria", añade, y los propios alumnos piden practicarlo "al experimentar por sí mismos los beneficios".

Los profesores también recurren a estas técnicas de forma puntual, por ejemplo, cuando un grupo está tan alterado que no los docentes no son capaces de captar su atención: "El yoga les ayuda en solo cinco minutos a volver a la calma fisiológica y mental", señala Carmen Peña. Los estiramientos en la clase siguiente después de un examen, por ejemplo, les ayudan a oxigenar la mente y concentrarse mejor. Si se ha producido un conflicto entre ellos, apunta la profesora, "funciona interiorizar los sentimientos, darles su espacio y ponerse secretamente en el lugar del otro, para dejar salir la amabilidad y la comprensión necesarias que calmen los ánimos". Si están estresados o ansiosos, con el yoga pueden localizar la respiración adecuada, identificar los pensamientos y pasar a un estado más lúdico y tranquilo.

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