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La Iglesia baja del púlpito para cuidar a los que cuidan de otros

El Centro de Orientación Familiar del Obispado ofrece a los cuidadores de familiares apoyo sanitario y psicológico

Una mujer atiende a una persona dependiente, en este caso en un centro, no en el domicilio. // Jesús Regal

En el país de los 90.000 vecinos dependientes, una realidad derivada en la mayoría de los casos de la realidad demográfica de la comunidad gallega, la más envejecida de Europa, la iglesia se ha bajado de los púlpitos para poner la mirada en los cientos de personas que, en algún caso desde hace lustros, dedican su vida desde sus casas a una tarea que puede dejar graves secuelas físicas y psicológicas: cuidar a un familiar enfermo.

De ahí nace el programa "Se coidas a outro, mira por ti", de apoyo a cuidadores de personas mayores y/o dependientes, que se desarrollará a través de las parroquias y que pone en marcha el Centro de Orientación Familiar (COF) del Obispado de Ourense, que dirige Carlos González Prieto.

"Nuestro contacto diario con las personas nos ha permitido descubrir casos durísimos, en los que sin negar la satisfacción que, a nivel personal, puede ofrecer al cuidador el entregarse a aquel que necesita su ayuda, nos muestra casos durísimos de personas que llevan hasta 17 años cuidando de forma continua a un persona dependiente, y habitualmente son mujeres las que lo dejan todo para hacerlo", explica el responsable del COF del Obispado de Ourense.

Como este centro de orientación "tiene ya como objetivo brindar apoyo y ayuda a la realidad familiar de forma cotidiana, es ahí donde detectamos ese desgaste psíquico y social, y a veces físico, que sufren muchos cuidadores y creamos una red de apoyo para que aprendan a cuidarse, pues ellos son el pilar".

Primero enviaron una carta a las parroquias advirtiendo de la puesta en marcha de esta iniciativa en la que, aprovechando la red de voluntariado diocesano que se ha solidarizado, pueden disponer en sucesivos encuentros desde una enfermera, un psicólogo, fisioterapeuta, un farmacéutico e incluso un sacerdote y orientador familiar (el propio Carlos), hasta una maestra y monitora de tiempo libre.

"La dinámica puede comenzar con la intervención de un orientador para que cada persona de ese grupo que se ha elegido en la parroquia transmita como se siente y de qué manera puede estar afectando a sus relaciones con amigos, familia, pareja, nietos, etcétera, esa faceta de entrega como cuidador de un enfermo", explica.

En ese tránsito, tras esa primera reunión "se puede ofrecer un taller de risoterapia, por ejemplo, y un segundo encuentro en el que comienza ya la fase de hacerle ver a esas personas el reconocimiento e importancia de su labor, y enseñarles a cuidarse ellos mismos", explica el responsable del COF.

La siguiente visita podría ser la del fisioterapeuta, para enseñarles a cuidarse físicamente y evitar posibles dolencias propias del que lleva un largo tiempo de su vida moviendo a una persona encamada o con problemas de movilidad, encuentro que incluiría tablas de ejercicios y estiramientos preventivos.

"Las alternativas podrían incluir caminatas por las orillas del Miño u otros lugares de las respectivas parroquias, encuentros del grupo con una psicóloga o con personas de su pastoral si lo que precisan es una ayuda espiritual", advierten. "El programa pretende prevenir problema mayores, gestionando incluso relaciones que a veces pueden ser difíciles como la que mantienen en la gestión de tratamientos de forma constante con enfermeros o farmacéuticos, indica.

"Creemos que incluso la figura del sacerdote puedes serles útil si, finalmente, para hacerles entender como ese trabajo de entrega que nos desgasta, y que ellos realizan también nos hace más humanos como personas, porque es un don en un mundo regido por el individualismo", explica Carlos González.

Advierte que conductas como la irascibilidad del cuidador con el enfermo o contra su entorno, la sensación agotadora de que les está robando la vida, o incluso conductas que, a causa de cansancio acumulado, a fuerza de no cuidarse ellos mismos y dedicarse su tiempo, son síntomas de que necesitan ayuda especializada. El primero de los talleres ha sido solicitado ya y será en febrero en una parroquia tan populosa como la de San Pío X, en Mariñamansa.

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