Durante dos años, Fernando Otero Marquina aprovechó su jubilación en la abogacía para meterse de lleno en el mundo de la pintura, una de sus grandes pasiones, y sobre todo en una de las obras de Francisco de Goya, para profundizar con el rigor que le caracteriza en el "enigma del lienzo San Antonio y el Niño".
Asegura estar convencido que en el libro que viene de publicar se hacen aportaciones que arrojan luz para poder atribuir una obra de arte a un autor, como acontece en este caso con el de Goya. Un cuadro que descubrió en casa de un amigo, lo que le llevó a la búsqueda de antecedentes, a la realización de estudios técnicos y químicos para probar la "versatilidad de la firma", en este caso "incisiva, grabada en la pintura".
Convencido de que el cuadro es de Goya, afirmación que sustenta "en datos absolutamente objetivos", como son las "expertizaciones y pericias inéditas", destaca que esos dos años de estudio le permitieron descubrí facetas del autor, sobre todo esa "firma escondida"
En las páginas del libro, Otero Marquina desgrana, con metódica precisión todo un proceso que permite a lector adentrarse en el mundo más desconocido de la pintura. en este sentido, reconoce que le molestan "los dogmatismos, tanto en el arte como en otras facetas", en alusión a diferentes posturas de entendidos que consultó, ya que la "objetividad de estar por encima de todos ellos".
