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De apátrida en Mauthausen a hijo predilecto

Monterrei le ha reconocido esta condición a Joaquín Balboa, deportado a Austria en 1941, a título póstumo

Joaquín Balboa, como otros tantos de su generación, nació en una familia pobre. No veía claro su futuro en Estevesiños, su aldea natal en el concello de Monterrei, así que tras su boda con Julia, emigró a Barcelona. Allí nació su hijo Eladio, y en la ciudad condal, Joaquín se ganaba la vida como barbero. Corrían los años treinta del siglo pasado.

Aquel verano, el de 1936, cambió sus vidas. Las rompió. Y Joaquín Balboa García abandonó su casa para unirse al ejército republicano como carabinero. El destino fue cruel con el bando que había escogido, por convicción, y Cataluña cayó. Pero lo que vino después fue peor. Primero, las playas francesas fueron su único hogar durante meses y después, los nazis se hicieron con el país. España lo abandonó por su condición de "rojo" y los alemanes lo encerraron en el campo austríaco de Mauthausen, como "apátrida".

"Una sensación de la que los deportados no se libraron nunca", aseguró Concha Díaz, delegada en Madrid de Amical de Mauthausen en el acto de homenaje a este ourensano que logró salir con vida de la máquina de matar diseñada por el régimen de Hitler. Al final de la guerra y tras su liberación, "todos los combatientes volvían a sus hogares, pero Joaquín no pudo regresar al país que lo había expulsado pues allí le esperaba la represión franquista", explicaba Heladio Anxo Fernández, miembro de la Asociación Cultural Monterrei, Cultura e Territorio. Una asociación que ha sido la encargada de investigar a fondo la vida y peripecias de su paisano hasta lograr que su concello natal le reconociese ayer como hijo predilecto a título póstumo.

Así, Joaquín tuvo que quedarse en Francia, tras haber pasado más de cuatro años en el campo de concentración austríaco. Ser barbero le salvó la vida. "Era un oficio considerado dentro de la industria mortífera de los nazis", expuso este investigador. Se trasladó entonces a una granja cerca de Toulouse donde "rehizo su vida", explicó Heladio Fernández y desde allí regresó a España finalmente en 1949. Volvió "principalmente por su hijo", pero el destino se puso de nuevo en su contra y al poco tiempo, Eladio falleció.

"Fue un hombre perseguido por la mala suerte", reflexionaba su sobrina Sandra que también participó, en representación de su familia, en este acto de recuerdo. "No solamente fue privado de libertad y sometido a las aberraciones de un campo de concentración, sino que una vez liberado perdió a su hijo y después a su mujer", contó.

Tras la pérdida de Eladio, la pareja volvió a casa. Y durante sus últimos años en Galicia, Balboa regresaría una vez más a Mathausen, esta vez por voluntad propia, en 1989 para grabar un documental con Manuel Torrente. Finalmente, este barbero de Monterrei fallecería en 1994.

Una atmósfera cargada de emotividad envolvía ayer Estevesiños desde el momento en que Heladio Fernández, descubría el monumento que recordará en su pueblo natal la figura de Joaquín. Su familia se confesaba "orgullosa". "Nos hubiese gustado que este homenaje se le hubiese hecho en vida porque él no se avergonzaba de lo que había sido y le gustaba compartir sus experiencias", se lamentaban.

Le recuerdan "terco y cabezota" pero también "sereno y sosegado". Pero sobre todo un hombre al que le encantaba contar su historia: "De pequeño mirábamos sus fotografías y él las iba comentando, me decía que había que hablar de ello para aprender la lección y que nunca volviese a suceder"; rememoraba su sobrino y ahijado, Eladio, a quien apadrinó con la condición de que recibiera el nombre de su hijo.

El compromiso de no olvidar, es el que tomó ayer el Concello de Monterrei en la entrega de la placa de hijo predilecto a los sobrinos de Joaquín: "Fue un superhéroe del siglo XX que siempre permanecerá en la memoria del municipio", aseguró emocionado el regidor, José Luis Suárez.

El alcalde de Monterrei al igual que Concha Díaz, recalcaron en sus discursos la vigencia de la lección que puede aprenderse de la historia de Joaquín. "Debemos estar alerta, porque el momento de crisis que vivimos puede ser caldo de cultivo para el totalitarismo", aseguró Suárez. Por su parte, la delegada de la Amical de Mauthausen comparó la situación de los exiliados españoles en Francia con la de los refugiados "que hoy claman ayuda a las puertas de Europa". Además, Díaz expuso los objetivos que persigue la organización a la que representa, piden para el colectivo republicano deportado que "el Estado español pida perdón a las víctimas" y que se les otorgue el reconocimiento jurídico como tales.

El acto de homenaje se cerró con una ofrenda floral sobre el nuevo monumento de Estevesiños.

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