Las aulas de párvulos del colegio Jesús Niño de Praga fueron prácticamente su hogar durante casi cincuenta años. Son junto a la pequeña capilla su rincón favorito del colegio.

Por esos pupitres pasaron miles de niños que tuvieron la oportunidad de educarse con las enseñanzas tanto formativas como morales de ambas hermanas.

Reconocen que la educación ha cambiado mucho desde que ellas empezaron a ocupar la mesa grande en dicha clase, donde ejercieron como maestras. "Yo recuerdo que antes dabas una palmada y los 60 o 70 niños que tenías se quedaban quietos y ahora no son capaces de controlar a una clase de 25", bromea Sor Josefa, quien añade que considera mucho más agradecidos a los niños de antes que a los de ahora. "No sé si era por la educación o por la situación pero en mis tiempos los niños valoraban mucho más las cosas. Ahora protestan una barbaridad y se quejan mucho", comenta la hermana.

El cambio generacional no solo afecta a los escolares sino también a sus progenitores. Sor Dolores recuerda que en más de una ocasión alguna madre llegaba a buscar a su hijo a la escuela y preguntaba cómo se había portado el niño. "Como le dijeras que mal, la que le esperaba en casa. Nosotras siempre decíamos que se portaban bien ,claro, pero ellas nos daban permiso para reñirles o castigarles. Ahora ya no, se volvieron demasiado protectoras", reconoce esta religiosa.

"Nos dejan un listón muy alto"

Su paciencia y ternura son dos cualidades que sus ex alumnos más destacan de ellas. Y también las actuales profesoras del centro. Elena Pérez, una de estas tutoras, admite que ambas hermanas "nos han dejado el listón muy alto. Más que enseñar o impartir lecciones, ellas buscaban el cuidado del niño. Cualquiera puede enseñar matemáticas o lengua pero lo importante en un profesor es que sepa educar. Los niños no son tontos y dan más cuando se les exige por cariño, no por carácter", explica la docente del Niño Jesús de Praga.

Los castigos sí que no han cambiado tanto. "El viejo truco de ponerlo mirando contra para la pared lo utilizábamos al principio y también al final de todo. Sentarlo en una silla alejado de sus compañeros también funciona, pero es que son niños de 3 o 4 años, qué otro castigo vas a ponerle. Está bien enseñarle, pero que la reprimenda sirva para algo", destacan las castellanas.