Miguel Caride empezó hace unos años como abogado de Gonzalo Pérez Jácome. Más tarde fue el letrado del partido fundado por éste, Democracia Ourensana, y ahora da un paso exponencial en su carrera, de abogado de DO a candidato de este formación política a la presidencia de Xunta de Galicia.
-¿Fue la insistencia de Gonzalo Pérez Jácome la que le animó a dar este paso, o tenía meditado ya su salto de la abogacía a la política?
-Gonzalo y yo lo hablamos mucho. Empecé como abogado suyo, y ahora llevo los asuntos judiciales de DO. Hace un tiempo Jácome me dijo que quería presentar una candidatura fuerte a la Xunta. Primero pensó en presentarse él, y luego decidió que yo era la persona adecuada. Como soy un hombre ocupado por mi trabajo y mis múltiples aficiones, entre ellas la música, me lo pensé; consulté con mi familia y me dijeron que adelante.Siempre me gustó la política y creo que Galicia y Ourense son un erial político y hay que cambiar las cosas.
--¿Cuál es el techo electoral que se marcan?
-Como mínimo dos o tres diputados. Si hay mucha polarización de voto dadas las distintas candidaturas, como así se espera, incluso podríamos llegar a ser llave de gobierno.
-El hecho de que DO, que lleva al juzgado cualquier atisbo de corrupción que detecta en el Concello, coloque como candidato a la Xunta a su abogado ¿significa que va a trasladar ese modelo beligerante al Parlamento de Galicia?
-Somos distintos. Gonzalo Pérez Jácome es temperamental y yo más pausado, tenemos hasta ciertas diferencias ideológicas, pero coincidimos en lo esencial, en que lo políticamente correcto, la política con formas pero sin fondo no nos convence. A veces hay que dar un golpe en la mesa y decir: esto es Ourense, estamos hartos de ser la Cenicienta de Galicia y queremos inversiones. El tancredismo de votar siempre al mismo es lo que ha llevado a esta provincia su situación límite actual.
-Pero lo políticamente correcto nunca ha sido el sello de DO en las instituciones.
-Hay que mantener un orden y respeto, pero sin aplaudir ni formar parte de esos comités inauguradores que hacen obras millonarias, sin ver si son rentables; por ejemplo la costosísima autovía a Celanova, que no utiliza nadie.
- ¿Cuál va a ser su estrategia para tratar de cambiar las cosas?
- Hay que diseñar un plan. Tener claro los potenciales de Ourense y en qué sectores, y gestionar políticamente los proyectos. Vigilar luego cómo se invierte ese dinero. Hay que acabar con las subvenciones nominales por vinculación política, con la compra del voto a cambio del arreglo de una calle o o de una iglesia. Para acabar con esas ayudas nominales, las obras deben decidirse dentro de un plan global y una vez consensuadas desde la Xunta, que nadie discuta las prioridades para cada provincia, en este caso para Ourense.
-¿Cómo piensa controlar el voto cautivo en la provincia en la que se escribió el "libro de estilo" del clientelismo?
-Ese va a ser el peor problema y nuestra principal lucha. Tenemos que intentar trasladar a la ciudadanía que este modelo de gestión política es el que nos llevado a esta situación: somos una de las tres provincias más envejecidas de Europa; la última en renta per capita, con un PIB de apenas el 0,3%. Hay que decirle a la gente lo que queremos, y sobre todo dirigirnos inicialmente a los que tienen un puesto de trabajo que no dependen de ese clientelismo.
-Como letrado lleva la acusación particular de DO contra Baltar en la denuncia de trabajo a cambio de sexo que hizo una mujer. ¿Seguirá compaginando ambas facetas?
-De momento sigo siendo abogado y ejerciendo como tal. No ha comenzado la campaña.
-¿Tiene claras ya sus prioridades para esta provincia?
-Ourense tiene muchas fortaleza, desde el vino a la pizarra, el sector agropecuario. Pero repito que todo eso tiene que trazarse a través de una dirección general que controle los proyectos y como se reparten. Lo que no vale es que un amigo se lleve la subvención, sin saber si su proyecto era el mejor. En ese sentido DO quiere llegar a la Xunta para abrir las ventanas. Para hacer políticas activas y no para mantener políticos que lo único que quieren es seguir manteniéndose en su silla. Estamos para hacer un cambio necesario; si no somos nosotros tiene que ser con otra formación similar, pero Ourense no puede seguir así o seremos el geriátrico de Europa.
