Mónica Fernández Pintos plantó muy pronto los estudios y empezó a trabajar, primero en la empresa familiar, y más tarde como asalariada. Desde hace cuatro años se ha hecho cargo de la franquicia Prink de cartuchos, toners e impresoras en la avenida Habana de Ourense y ha tenido que volver a hincar los codos para mantener el nivel de preparación y formación que le requiere este trabajo. Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, madrugará para visitar a los alumnos de la Escola Profesional Santo Cristo y contarles su historia antes de volver al trabajo. "Lo mío no tiene nada de especial pero lo que sí les diré es que no dejen los estudios. Cuando eres muy joven piensas que lo mejor es trabajar pero la formación es muy importante, ahora tengo que compaginar mi trabajo con estudiar y me gustaría sacar una carrera pero ya no puedo dedicarle tiempo. Soy madre y viuda, por lo que, sí, he tenido que ir superando obstáculos pero he aprendido a hacerlo poco a poco, sin hacer planes a largo plazo".

Su condición de mujer no le ha puesto trabas porque, recalca, "yo no he querido". Reconoce que a algunos clientes se les tuerce el gesto cuando entran demandando un técnico (en masculino) de impresoras. "Les digo que la técnico soy yo, ponen cara rara y piden perdón, pero está claro que creían que una mujer no sabe reparar impresoras". A Mónica esto no le importa: "Ser mujer solo te condiciona si tú le das importancia, yo tengo claro que somos iguales pero parece que las mujeres tenemos que demostrar constantemente que valemos, mientras en el hombre se presupone. Lo que tenemos que transmitir a las nuevas generaciones es que la mujer no tiene que demostrar nada".