"Donde hay educación no hay distinción de clases". Esta frase milenaria, atribuida al pensador chino Confucio, explica la "mejora social" que han percibido quienes trabajan en favor de la inclusión de personas con una discapacidad. "Creo que la ciudadanía está mejorando desde hace unos años y hay mayor compresión y respeto. Nuestro objetivo es buscar la normalidad, que cualquiera que vea a uno de estos chicos o chicas reconozca a una persona normal". La inclusión es la filosofía de trabajo de colectivos como ADO, una asociación de apoyo a personas con discapacidad intelectual en Ourense. El presidente, Alfonso Iglesias, completa el argumento: "Nos queremos hacer visibles para que la sociedad no se olvide de que estamos ahí".

Más de 6.600 ourensanos de todas las edades tienen una afectación psicológica, cerca de la mitad en un grado de entre el 65 y el 74%, según el Instituto Galego de Estatística (IGE). En la provincia hay 31 centros promovidos por asociaciones para tratar de atender las necesidades de los discapacitados y sus familiares. La red asistencial brinda 1.131 plazas; los implicados subrayan que no es suficiente. "Nos faltan recursos", dice Iglesias. "Somos una asociación privada que lucha por conseguir subvenciones a diario porque si no, no podríamos sufragar los gastos. Cada año tenemos que subir las cuotas porque lo que nos llega de la administración se recorta continuamente. La crisis influye a todos, pero ha hecho que se recorte en lo que menos se debe".

En el ámbito de la integración se considera como muy positiva la figura del asistente personal, un profesional volcado durante unas horas en la atención de la persona con una discapacidad para, a la vez, descargar a las familias de su entrega de 24 horas. "Sería una maravilla, pero queda lejos. Hay otros estadios que ojalá tuviéramos. Lo prioritario dentro de la atención que necesitan nuestros hijos y tutorados es que nos permitan hacer la vida lo más normal posible: centros especiales, no de internamiento, sino de día, de formación, de apoyo a las familias. ADO trata de suplir esas carencias".

Las metas de los colectivos de apoyo se resumen en ideas claves: normalidad, visibilidad, igualdad, integración laboral, escolar y familiar. E "inclusión", remarca Pura Rodríguez, secretaria de ADO. La asociación presta atención a una treintena de personas con discapacidad intelectual de perfil variable, desde edades de unos 15 años hasta más de los 40. Interviene en ámbitos como el ocio y la autonomía doméstica, para normalizar su vida. "Trabajamos muchos aspectos como saber moverse por la ciudad, ser capaz de vestirse por uno mismo, la higiene, la cocina, saber estar solo en casa".

Formación para el empleo

"También es fundamental el apoyo a las familias", relata Iglesias. ADO redobla esfuerzos en la formación y empleo, con el objetivo de que los usuarios sean parte activa de la sociedad "hasta llegar a un empleo y tener capacidad como cualquier trabajador", con nociones que van desde el cálculo euro a saber elaborar un currículum. Varias empresas, como Aceites Abril o la Universidad de Vigo, han dado oportunidades con un contrato terminada la fase de prácticas. "Muchas no dan ese paso, por lo que pedimos más apoyo por parte de las administraciones. Trabajar no es solo ganar dinero sino sentirse valorado, eso es muy importante para estas personas, sentirse que valen como el que está trabajando a su lado", apunta el presidente.

Por eso la "visibilidad" cobra importancia. Estos padres y madres están organizando una gala solidaria, prevista inicialmente para un sábado de mayo, con la que generar recursos "y darnos a conocer".