Que sea condenado al máximo, que "se pudra" en la cárcel. Es el deseo visceral que expresan los allegados de Isabel Fuentes. Hablar del crimen del CHUO los lleva del recuerdo sobre la mejoría de la mujer que percibieron en las últimas visitas al hospital, al dolor por la tragedia del asesinato consumado por el esposo, la persona que no se separaba de la cama. "Decía a las enfermeras que ella se quitaba el respirador, hasta llegaron a atarle la mano. Estaba claro que era él". "En el hospital hizo su papel y se ponía a llorar, es un teatrero", enlaza María Isabel López, prima de la asesinada. Los allegados no se creen que el ictus padecido por Aniceto Rodríguez Caneiro tras consumar el crimen, el 8 de mayo de 2015, le impida recordar qué sucedió con detalles. "Dice que no se acuerda pero es un cuento; se acuerda de todo".

Sostenido por guardias civiles y un técnico de ambulancia, el presunto asesino se presentó ante la magistrada de Verín ayer, a las 9 horas de la mañana, bajo una catarata de gritos de dolor y rabia. Deambulando con dificultad. Los allegados y vecinos concentrados a la puerta del juzgado lo tildaron de "asesino y criminal".

Isabel Fuentes, de 66 años, no tenía más familia directa que su asesino, tras la muerte poco antes de la madre, a quien cuidó con esmero. Sus allegados más cercanos son primos. Una de ellos, María Isabel López, residente en Andorra, acudió ayer a las puertas del juzgado. La mujer lamentó que Aniceto Rodríguez Caneiro hubiera "engañado a toda la familia", dado que nunca observaron ningún comportamiento extraño contra ella. "Nunca le hemos visto un mal acto. La Guardia Civil nos preguntó por él y dijimos que era un buen hombre". Completó María Belén González, amiga de la víctima: "No sospechamos nada. A la mínima que nos hubieran dicho, hubiéramos actuado. Ojalá nos hubiera pedido ayuda".

La prima también relató que, días antes del crimen del hospital, el marido intentó supuestamente acabar con su vida quitándole el respirador al que estaba conectada. "Como vinieron inmediatamente las enfermeras no pasó nada". Isabel Fuentes llevaba varios días en planta, tras su estancia de casi un mes en el servicio de Reanimación. Ya reconocía a sus familiares, quienes creen que estaba a pocos pasos de volver a comunicarse. No llegó a hablar ni a mostrar ninguna reacción que los llevara a sospechar de que la presencia en el hospital de Aniceto era un peligro. Una familiar asegura que la mujer "señalaba con el brazo" al marido, "pero son cabos que se ataron después de lo que pasó".

La declaración como investigadoi de Aniceto Rodríguez, ayer, se produce después de que los forenses lo declaran apto para enfrentarse a un proceso, descartando que el ictus lo incapacitara para sentarse en el banquillo. El interrogatorio se produjo diez meses después del asesinato. Los familiares siguen convencidos de que la muerte pudo evitarse.

La Guardia Civil advirtió a la juez del "peligro" que suponía la presencia del marido en el hospital, tras señalarlo como el "principal sospechoso" del primer ataque sufrido por Isabel Fuentes; un falso robo que en realidad fue una agresión del marido con un martillo. La magisrada de Instrucción 1 de Verín, María Cristina Fernández Viforcos, -la misma que sigue llevando el caso por delitos de asesinato y tentativa- rechazó, entonces, poner el foco en Aniceto Rodríguez al rebajar el atestado a "conjeturas insuficientes", y no ver indicios para restringir sus visitas al CHUO.

La abogada de la familia planteó una queja ante el Consejo General del Poder Judicial, pero el Promotor de la Acción Disciplinaria archivó el expediente, al considerar que la juez adoptó las medidas que consideró oportunas, de acuerdo a la ley. La letrada recurrió ese archivo.

Ayer, la prima María Isabel López, lamentaba la falta de medidas de protección por parte de la juez pero también de la Guardia Civil. "Hubo muchos fallos, pudieron hacer más. Tenían que haberlo detenido".