Es entroido, y nadie lo puede negar. La provincia se encuentra sumergida en las aguas festivas del disfraz, muchos de los cuales rezuman historia y una tradición que va más allá de las modas. Fue un domingo cargado de desenfreno, pero con guión escrito, sobre todo en aquellas localidades que son su santo y seña. Como sucede con las tres localidades que conforman el ya conocido como "triángulo mágico": Xinzo de Limia, Verín y Laza.

Y aunque la climatología estuvo marcada por un frío regio y la lluvia también se quiso sumar al espectáculo, eso no fue obstáculo para que los desfiles se celebrase, contando para ello con una tregua de l aguacero que estaba previsto, y que se asomó a primeras horas de la mañana. Daba igual, en Xinzo de Limia, las pantallas, reinas y señoras del entroido, recorrían calles abarrotadas de gentes, en la que se dejaba notar una importante afluencia de visitantes.

Lo mismo acontecía en Verín, ya que antes de que se diese el pistoletazo de salida al desfile, las calles y plazas eran territorio de las mascarás, sobre las que prevalece, como marca la tradición, los cigarróns, amos y señores. Su careta de madera pintada, de lo más colorista, y con referencias a diferentes animales, se abrían paso haciendo sonar sus cencerros y con el palo de mando bien visible.

Y que decir de Laza, donde el Entroido es toda una aventura, y la pequeñas calles son un hervidero de gente. Los Peliqueiros imponen su ley, la del más fuerte, aunque también hubo tiempo para departir la famosa bica, que para muchos se convirtió en uno de los sustentos alimenticios en ese desenfreno festivo que se prolongará hasta el miércoles.

Ciudad de fiesta

La capital ourensana también rindió su peculiar culto al domingo de entroido, sin olvidarse de los dos día que están por llegar, sobre todo el martes, con festivo incluido. Un desfile de los más concurrido, tanto en lo que se refiere a las carrozas que recorrieron las calles de la ciudad, en total 73, así como los participantes, ya que algunas comparsas contaban con más de cien componentes, y varias llegadas desde diferentes puntos de la geografía gallega.

Pero como es habitual, sobre todo en los últimos años, y después de recuperar su figura entroideira, la Pita de Eiroás abría un desfile que generó una gran expectación, y las calles se llenaron de público para disfrutar de los disfraces, en los que la imaginación cotiza a lo alto.

Como sucede en este encuentro festivo, más allá de lo que es habitual en disfraces, las referencia a los acontecimientos de actualidad estuvieron presentes, sobre todo en lo que se refiere al mundo de la política y sus protagonistas directos, muchos de los cuales formaban parte de ese desfile que tuvo como punto y seguido la concentración en la Plaza Mayor.