Una de las constantes en los 25 años de historia del Instituto de Estudios Vigueses (IEV) ha sido la búsqueda de una sede permanente, estable, adecuada a sus necesidades y en la que poder desarrollar su importante labor. Tras unos inicios marcados por la incerteza, un período reuniéndose en cafeterías y la estancia de varios años en el Asefal, el IEV centra su actividad desde 2011 en la antigua Escuela de Hostelería.

El local goza de una buena ubicación y les otorga estabilidad, pero la actividad del instituto crece y sus necesidades también. Esta misma semana -explica la directiva- las instalaciones de Cánovas del Castillo se quedaron cortas para el público que acudió a la presentación de su boletín. "Nos comentan que se nos ha quedado pequeño", explica Antonio Giráldez, secretario del IEV, quien asegura que dentro del mismo inmueble hay un espacio que la entidad podría aprovechar para expandir su labor y acoger nuevos legados.

Otra de las necesidades del colectivo son medios humanos que les permitan responder a las peticiones para consultar sus fondos, ya que ahora carecen de personal. "Con un mínimo podríamos atender a la gente que acude", reflexiona Giráldez antes de recodar que "la intención" del IEV es seguir renovando y ampliando sus filas para reforzar un trabajo fundamental: "Hay que reconstruir el pasado para valorar el presente".