Los principales indicadores demográficos pintan de negro la sostenibilidad de Ourense en el futuro: más muertes que nacimientos al cabo de un año en los 92 concellos de la provincia, un envejecimiento progresivo de la población con el medio rural como principal paradigma, la menor tasa de población activa de todo el Estado pese a la reducción del paro, o un 42% más de residentes mayores de 65 años de edad (97.000 personas) que de jóvenes que aún viven aquí (68.000), tomando como referencia el grupo de edad entre 20 y 39.

En un yermo escenario, en el que a pesar de todo florecen algunos emprendedores, se explica otra cifra negra, la que reduce a dato miles de historias personales y avatares familiares por el fenómeno de la nueva emigración. El éxodo masivo de antaño por otras circunstancias se ha repetido por la gravedad de la crisis y los problemas del mercado de trabajo español, con el avión, el whatsapp, el tupper o el skype como únicas tomas de tierra. Solo en la provincia de Ourense, la falta de oportunidades fuerza a una media de 60 jóvenes, cada mes, a marcharse al extranjero. Según los datos de flujos migratorios del Instituto Nacional de Estadística (INE), un total de 5.483 personas con edades comprendidas entre los 20 y los 39 años abandonaron la provincia para irse a otro país, entre 2008 -año de inicio de la crisis- y el primer semestre de 2015.

"¿Por qué me fui? Además de por la falta de oportunidades, por hastío. Había trabajado años antes en Austria y conocía de primera mano una realidad laboral y social completamente diferente a la española. Volví aquí con la ilusión de poner aportar mi grano de arena a un país al que le debo mi educación y cultura, pero acabé perdiendo las ganas en el camino". Son las razones de Ricardo Vázquez, un arquitecto de Ourense, licenciado en A Coruña y contratado por la multinacional Ikea en Suiza [su historia y la de su pareja, al detalle en el despiece de esta información].

La fuga de jóvenes, muchos como en este ejemplo con una formación especializada y capacidad para contribuir a un mercado laboral más innovador y competitivo, tampoco es la única, según los datos. La estadística refleja que son muchas más las personas que decidieron buscar oportunidades en el extranjero, o regresar a su país de origen una vez que la crisis y, en especial, la de la construcción, redujo la empleabilidad de foráneos.

En el mismo periodo de tiempo analizado, entre 2008 y junio de 2015 (último periodo actualizado), más de 12.200 personas que residían en la provincia de Ourense hicieron las maletas y cruzaron la frontera. Este flujo de emigrantes ha sido mayor que el de los extranjeros que llegaron a Ourense confiando en lograr prosperidad. El saldo migratorio es negativo en la provincia desde 2012. Entonces, buscaron otros lugar 140 personas más de las que vinieron. El peor año fue 2013, con un desequilibrio de 770 personas en la cuenta entre nuevos residentes y emigrantes. En 2014 el saldo se situó en -79 y en el primer semestre de 2015, pese a las mejoras macroeconómicas, el balance también dio a restar 101. Este desequilibrio, con el de menos nacimientos que muerte, es un factor que influye en la enfermedad de Ourense: cada día somos menos.