El Paraninfo del Instituto Otero Pedrayo de Ourense acogió ayer el acto oficial de entrega de la medalla y del diploma al escultor ourensano Ignacio Basallo (1951) que acreditan su ingreso como miembro de la Real Academia Galega de Belas Artes, para ocupar la medalla número 17 y cubrir la vacante del escultor Cástor Lata.

El escultor coronó el solemne acto académico con un discurso titulado "Psicofonías de lo Vivido", en el que ha mostrado las huellas que han dejado en él sus vivencias, en sus esculturas y en la manera de trabajar la madera.

"Intentaré no defraudar", ha señalado al inicio de un discurso emotivo y anclado en sus vivencias más íntimas, aquellos recuerdos de niño que a lo largo de su trayectoria artística ha ido incorporando a su obra escultórica, especialmente en el capítulo de los trabajos en madera.

Así, ha recordado su infancia en A Pontenova, al lado del río Miño, y especialmente a su padre, cuyo trabajo "con sabugueiros, o como zapatero", figura en la carrera escultórica de su vástago a través de los materiales que Basallo ha escogido, y en las técnicas de trabajo con la madera o con el cuero aprendidas de su progenitor.

Pero también tuvo palabras para su madre y los recuerdos de cómo limpiaba la cocina, o pulía las herramientas con los guijarros del río. "Aún conservo alguna de las piedras de afilar de entonces", ha recordado emocionado.

También se detuvo en el final de su infancia, cuando tenía once años y se fue a vivir al aserradero en el que trabajaba su padre, donde ha asegurado que "tenía todo el espacio para mí cuando acababan de trabajar los obreros". "Puedo decir que llevo dentro de mí muchas clases de polvo de madera", ha insistido, momentos antes de explicar sus "fracasos" al estudiar Magisterio y su definitiva apuesta por el mundo de las artes, donde experimentó con el metal y el granito antes de regresar definitivamente a la madera.

La académica María Victoria Carballo destacó el el compromiso con la contemporaneidad" del nuevo miembro de la institución y que Basallo fue uno de los primeros escultores en escapar de la enorme sombra que ejercían en España otros como Chillida y Oteiza, con trabajos que "dejan de ser estatuas, ya no son volumétricas ni encerradas en sí mismas" y que han supuesto el triunfo de las instalaciones sobre la escultura.

El presidente de la Real Academia, Manuel Quintana, cerró las intervenciones alabando la obra del homenajeado, que calificó como "dotada de una exquisitez solo al alcance de quien está dotado de magia". Mostró su certeza de que el trabajo de Basallo "siempre solidario y eficaz, enriquecerá nuestra institución en un proyecto al servicio de potenciar nuestro patrimonio, nuestro presente y nuestro futuro como cultura de país".