En 2009, Gerardo consiguió cumplir su sueño. Pero lejos de querer quedárselo para si mismo luchó para poder compartirlo con otras personas. Este joven sordo y ciego se empeñó durante años en recorrer el camino de Santiago. "Una vez que lo logramos y llegamos a Compostela se negó a que la cosa se quedase ahí y nos pidió que hiciésemos llegar la experiencia a otros chicos como él, que les ayudásemos a vivirla también", explicaba Javier uno de lo coordinadores de este proyecto que ya cuenta con más de cinco años de vida: "DisCamino".

"Él es el artífice de todo", comentaba este vigués refiriéndose a Gerardo en el pabellón del Campus de Ourense donde pasaba ayer la noche esta expedición de 17 personas, seis de ellas con alguna discapacidad, a dos días de llegar a su meta. en que ya es el cuarto "DisCamino" de este verano. Un periplo que se iniciaba el día cuatro de septiembre en Sevilla y que llegaba a la ciudad en su viaje a Compostela por la Vía de la Plata.

"Todo esto ha sido posible gracias a unas bicis muy especiales que encontramos en Holanda", un triciclo-tándem que se conduce desde atrás. "Es muy difícil recorrer con alguien 1.000 kilómetros sin poder comunicarse", contaba Javier, de ahí el beneficio de utilizar este transporte.

Después de Gerardo, llegaron Antonio, Ana, José, Maxi e Isabel, los valientes que cada uno con su propia historia de superación admirable han formado parte de esta aventura. Y como este proyecto no entiende de ningún tipo de fronteras, tampoco geográficas, sus participantes llegan desde distintos puntos de España.

Ni la ciclogénesis ni el cansancio han podido con estos peregrinos que cuando lleguen mañana a su destino habrán completado 1.000 kilómetros. Una experiencia es para sus participantes más que positiva: "Por más que pienso no encuentro nada malo" , aseguraba Isabel.