A 18 días del inicio del verano, Ourense registra ya temperaturas más propias de julio que de la primavera. Rozando los 31 grados, la capital se convirtió ayer en un horno que provocó una estampida hacia las riberas del Miño, invadidas por los bañistas. En el resto de la provincia también se registraron máximas muy altas, como la de Leiro, donde el termómetro alcanzó los 31,9 grados, la máxima gallega. La entrada de una masa de aire cálido procedente del sur peninsular elevará el termómetro hasta los 34 grados hoy y mantendrá la situación hasta el fin de semana, con lluvias tormentosas por las tardes a partir de mañana.