En Reza, donde sigue en pie una depuradora ilegal que inundó este núcleo de la periferia ourensana de malos olores, la casa de Rosa Alonso y Miguel Fernández, dos trabajadores y padres de dos hijos, se encuentra a 4 días de derribo por una sentencia judicial firme. El miércoles empezarán a cumplirse los deseos de un vecino empecinado en ver caer la singular edificación de la pareja, a la que la anulación del PXOM y la situación de limbo urbanístico dieron la última puntilla después de años de trámites de legalización paralizados, con decisiones contradictorias entre técnicos y políticos.

La familia ve desmoronarse una vivienda levantada con una hipoteca, años de trabajo y el diseño personal del arquitecto Fernando Blanco, que funde la edificación con el entorno en una simbiosis de materiales y naturaleza. Ayer, en el acceso a la casa de Rosa y Miguel se concentraron más de un centenar de vecinos, familiares, amigos y residentes de otros barrios, como Vista Hermosa; apoyos incondicionales ante una situación que tildan de "cacicada". "¡No al derribo!", clamaron los presentes. Los propietarios, ovacionados, no claudican. "No nos vamos a rendir", aseguró Miguel al grupo.

La pareja ha presentado alegaciones en el Concello de Ourense, "que contrató las obras solo horas después de recibir el auto judicial". El alcalde, Agustín Fernández, rehuyó pedir una demora de la demolición y de hecho, esta misma semana, firmó la notificación a los propietarios de la providencia de derribo. Al munícipe saliente y a cargos de pasados gobierno del PP culparon los manifestantes con pancartas que, sobre todo, piden una solución de última hora que frene el drama de esta familia.

Como último recurso, los afectados denuncian que el proyecto de derribo, instado supuestamente por el mismo vecino reacio a ver su casa en pie, también es discutible. La obra no incluye la demolición del depósito de combustible que da servicio a la vivienda y, sin embargo, prevé "arrasar" la finca y árboles del entorno, algunos centenarios. Los dueños no lo piensan consentir. "No van a talar ningún árbol", dijo Miguel en un último alarde de dignidad.

Como el de su compañera, Rosa, quien, emocionada y agradecida, pidió a los presentes una llamada a la tranquilidad para que no tuvieran "el mínimo roce" con el denunciante, "que al final es un vecino y aquí vive mi madre".

Ayer pidieron "un último apoyo" a vecinos y amigos para estar presentes el miércoles en el comienzo previsto de las labores de demolición. "Hay mucha gente más en Ourense afectada por la caída del PXOM", recordó Miguel Fernández. Los participantes criticaron la falta de voluntad política para sacar adelante otro plan dentro de este período de tiempo y reprobaron la orden de derribo en vísperas de las elecciones municipales, "cuando hay cientos de propiedades en la ciudad en la misma situación sin que se haya adoptado ninguna medida". En esa línea, la presidenta de la asociación vecinal "15 de agosto" de Reza, Sara Cruz, se declaró "indignada por lo que está pasando; hoy son ellos, mañana puede ser cualquiera", concluyó tras una apasionada alocución.

Varias asociaciones de vecinos, partidos políticos y grupos como "Stop Desahucios" han expresado su apoyo a Rosa y Miguel. Amigos y familia los respaldarán de nuevo el miércoles.