María Isabel Fuentes Fernández reaccionaba a algunos estímulos y había mejorado. Remontaba tras su ingreso en estado crítico con un fuerte traumatismo en la cabeza causado por un hacha, el pasado 2 de abril, y una larga convalecencia que la mantuvo casi un mes en Reanimación del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO). Hoy estaba previsto que le cerraran una traqueotomía, un paso más para llegar a comunicarse. Entre las 6 y las 7 de la mañana de ayer, su marido, Aniceto Rodríguez Caneiro, de 75 años, en el punto de mira de la Guardia Civil como posible autor de un ataque previo en el domicilio conyugal de Pazos (Verín) que quiso disfrazar de robo, acabó con su vida a los 66 años e intentó suicidarse. Los peores augurios, desatendidos por la magistrada que investigaba el supuesto robo, se confirmaron.. La mujer falleció en la propia cama del hospital donde luchaba por su vida, víctima de varias cuchilladas en el abdomen y en el pecho. "Se ensañó", dice el personal del hospital. La Policía no confirma el número de ataques.

Al agresor los médicos le salvaron al vida. Fue intervenido de urgencia tras intentar suicidarse con el mismo cuchillo de cocina del crimen. Por la tarde tuvo que volver a ser intervenido en quirófano. Está fuera de peligro en Reanimación, el mismo servicio donde salió adelante su víctima, que era su segunda esposa. Dos efectivos de Policía Nacional lo custodian las 24 horas. Ayer no estaba en condiciones de ser interrogado. Será acusado de asesinato. La juez de guardia de Ourense lo enviará a prisión o, si estado de salud lo desaconseja, al módulo del CHUO para los reclusos.

El hombre al que la Guardia Civil consideraba el probable agresor de su esposa, en un atraco fingido el pasado 2 de abril en el domicilio conyugal en Pazos (Verín), la acuchilló hasta la muerte en su cama de la habitación 417. Los investigadores, y en especial el grupo liderado por el sargento de Policía Judicial de Verín, están "consternados".

Pese al pálpito de la Guardia Civil sobre un caso de violencia de género y a que los agentes pidieron más seguridad a la magistrada encargada de investigar el caso, la mujer fue una víctima propicia y desprotegida. A pesar de los indicios que lo señalaban como el presunto autor del primer ataque, el agresor no llegó a ser arrestado ni imputado ni contaba con medidas cautelares.

De hecho, se quedó varias noches a dormir en la residencia, en la butaca de las visitas. Aniceto Rodríguez acompañó a la paciente en varias de sus últimas noches. Actuaba con normalidad; incluso se mostraba compungido. La mató a primera hora de ayer tras dormir en la habitación. La Guardia Civil, que cree que tenía celos de una tercera persona por la diferencia de edad (más de 10 años) sabía del riesgo y previno, de forma verbal y por escrito, a la juez de Verín. Pidió medidas de protección para la estancia hospitalaria y además el sargento de zona de la Policía Judicial mantuvo conversaciones para sondear posibles medidas cautelares en caso de un arresto. El TSXG afirmó ayer que los agentes nunca solicitaron una orden de alejamiento.

Vigilaban de paisano

Pero los investigadores estaban seguros. El 7 de abril solicitaron una orden para pinchar el teléfono del esposo, y que se requiriera al hospital para mantener a la víctima durante más tiempo en reanimación o un área similar "donde pueda estar vigilada, con las visitas restringidas en todo momento, ya que si se trasladase a planta, Aniceto, el principal sospechoso de los hechos, va a tener acceso a ella las 24 horas del día, con el peligro que eso supone", plasmaron. Tampoco la juez accedió a esta propuesta. La rechaza en una providencia del mismo 28 de abril, el día antes a que la víctima saliera de reanimación. "Se acuerda que no ha lugar a dicha diligencia toda vez que ya se ha oficiado a dicho hospital para que comunicasen a la mayor brevedad el traslado de la lesionada a la planta desde el servicio de reanimación, en cuyo caso si procediese se adoptarían medidas adecuadas".

El responsable de la investigación se comunicaba con frecuencia con el personal médico para seguir de primera mano la salud de la víctima. Agentes de paisano efectuaban seguimiento en el propio hospital, intentando no llamar la atención del marido. Comprobaron que el hombre la visitaba cuando se encontraba en reanimación -los horarios de visitas son muy restringidos- y de manera más habitual, en la habitación 417 del CHUO, durmiendo a su lado sin que ninguna medida legal se lo impidiese.

Pese a que una versión policial aseguró que la señora comunicó a los médicos que no quería ver a su marido, los agentes no llegaron a tomarle declaración porque, pese a que respondía a estímulos, aún no estaba en condiciones de hablar, según fuentes de la máxima solvencia. María Isabel Fuentes Fernández salió del coma por el fuerte traumatismo en la cabeza -perdió masa encefálica- y fue trasladada, el pasado 29 de abril, desde el servicio de Reanimación, donde los pacientes están monitorizados y el control de visitantes, incluido familia directa, se limita a dos turnos de media hora al día. La víctima de violencia de género fue derivada al ala de ampliación de la cuarta planta, porque la Guardia Civil, ya que no tenía el apoyo judicial para minimizar los riesgos que sospechaba, pidió al hospital una habitación próxima al puesto de las enfermeras. El instituto armado asegura que el servicio de seguridad privada del hospital también estaba al tanto.

Psicólogos para los testigos

Poco antes de las 7 de ayer, una enfermera de la cuarta planta, del turno de noche, descubrió la escena macabra: la paciente yacía ensangrentada en la cama y el presunto homicida estaba tendido en el suelo tras autolesionarse en las muñecas, el pecho y el cuello. Un guardia de seguridad fue el que le arrebató el cuchillo. Tras un caso tan traumático, el Complexo Hospitalario de Ourense (CHUO) puso a expertos a disposición de los principales testigos del macabro crimen. Personal psicológico apoyó a la compañera de habitación del hospital donde fue perpetrado el asesinato, así como a la enfermera que encontró el cadáver, y al personal sanitario. El colectivo sanitario, que se concentró ayer en repulsa por el crimen a las puertas del CHUO, está abatido.