Guillermo J.Q.C. había dejado de convivir con la víctima "porque nuestras personalidades chocaban", decía, cariacontecido, al salir de la vivienda de Tomás Milia pocas horas después del crimen. Ya no compartían domicilios pero sus visitas seguían siendo frecuentes. "Me pasaba cada día a verlo y me preocupaba por él", explicó a los medios de comunicación. El joven, de origen sudamericano, era el esposo del fallecido. Estaban a punto de cumplir 3 años.

En el inicio de la investigación, también fue objeto de comprobaciones por parte de la Policía. Los investigadores descartaron sospecha alguna, tras contrastar un móvil de partida relativo a que el hombre sería el principal beneficiario del testamento de Milia, que atesoraba un acaudalado nivel de vida. El instructor dictó dos veces el secreto de sumario en la investigación. La última vez, porque el teléfono del fallecido dio señal cuando ya llevaba semanas muerto. Lo había localizado una tercera persona sin relación con los hechos después de que el presunto autor, presuntamente, se hubiera deshecho de él.

El juez tiene en cuenta la figura del marido como perjudicado. Como diligencias finales antes del juicio, ordena que se ofrezcan acciones al viudo de la víctima, en el sentido de si quiere personarse en la causa para reclamar por lo civil y/o penal.