Elena Gallego aborda el género negro en gallego desde una nueva perspectiva, la del protagonismo femenino, con Sete caveiras, editada por Xerais a comienzos de 2014. Narra la investigación de una periodista sobre varios crímenes en los que comparte protagonismo con pequeños muñecos de colección de los años 80, que aparecen en los lugares donde se cometieron los asesinatos.

El editor, Manuel Bragado, explica que la trascendencia de la obra está en que es única, hasta ahora, por la presencia de la periodista "con un claro antecedente en la obra de María Xosé Queizán del año 2000,Ten o seu punto a fresca rosa, pero que no se enmarca en las convenciones del género negro y sin protagonista femenina".

Gallego ha comentado que fue la "primera sorprendida" cuando conoció la peculiaridad de su obra "concebida para dejar de pensar durante un tiempo en dragones", pues es autora de la trilogía "Dragal", de la que prepara el cuarto volumen, iniciada en 2010.

Tras tres años de "Dragal", Gallego se impuso el reto de demostrarse que "podía hacer algo diferente que gustase a otro tipo de lector", y recordó sus lecturas de Agatha Christie y su novela Diez negritos, la más vendida de la historia, así que decidió intentarlo "por ese camino".

"Vivo en gallego, así que no tuve ni que pensar en eso, pero quise hacer una novela negra y divertida, con escenarios en el entorno de la ría de Vigo y ambientada en los años 80, así que aparecen muñecos de Famobil, que son la primera serie de los "clicks" de Playmobil, tensión por la crisis del naval y personajes de la movida viguesa con referencias al paso de Alaska o Antón Reixa, entre otros, por la ciudad", ha descrito.

Quiso además, según ha explicado, homenajear el trabajo de los periodistas y una de ellas protagoniza y desarrolla la investigación con ayuda de una "garganta profunda" que le permite ir siempre "por delante de la policía".

Sete Caveiras es la segunda obra de Elena Gallego, o la cuarta si se cuentan por separado las tres historias de "Dragal", publicadas en 2010 por Xerais y que comenzó a escribir cuando su hijo tenía 15 años.

"Nunca se interesó por la cultura gallega y la casa estaba llena de dragones, así que me planteé atraer su interés con la historia de un chico que se transformase en el último dragón gallego, y ahí comenzó esta fantasía que ahora se exporta en varios idiomas", ha señalado.